A un mes de haber logrado la única medalla de oro paralímpica para Argentina en los Juegos de Río de Janeiro, el entrenador Martín Arroyo y la artífice de esa hazaña, Yanina Martínez.

Si fuese por ella andaría todo el día corriendo. Pocas cosas entusiasman a Yanina Martínez como correr. La música es una, especialmente el reggaeton o algún ritmo bien movido. También ser scout. Pero no mucho más. De hacer algo en casa ni hablar. Correr la hace verdaderamente feliz. Y no por nada, cuando corre sonríe. Todo el tiempo. La sonrisa ya es en esta rosarina de 22 años con parálisis cerebral una marca indeleble, como la medalla de oro que consiguió hace un mes en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro y que la colocó en un lugar de exposición impensado. El logro deportivo era un sueño palpable. Pero todo lo que vino después es un extra y sorprende que aún hoy la gente la reconozca en la calle casi como a una celebridad. Lejos de estar acostumbrada a eso, igualmente se siente como pez en el agua. «Me están llamando mucho, me piden fotos», cuenta en una de las gradas del estadio municipal, acompañada por su entrenador Martín Arroyo. Y no alcanza a terminar la frase que alguien interrumpe: «Yo a ella la conozco, ¿me puedo sacar una foto?». La escena se repite varias veces durante esta nota. Y Yani las disfruta. Sonríe, posa, abraza, besa, muestra la medalla. Es feliz.

A su lado, inseparable, está Martín Arroyo, el hacedor de la criatura. Hace 10 años, Martín todavía estudiaba educación física cuando conoció a Yani, «allá en un rinconcito, con otro grupo de chicos», dice. Y señala uno de los extremos del estadio Jorge Newbery. Martín todavía tiene problemas para hacer entrar tanta felicidad en el cuerpo, pero también puede tomar distancia y hablar del futuro. En unos días se terminan las vacaciones y vuelven a entrenar. Con varios aspectos en la mira: que se capitalice la posibilidad de ser reconocido como el entrenador de Yani por parte de la Secretaría de Deportes de la Nación (lo que se traduciría en una beca, ya lo reconoció el Enard) y empezar ya a preparar el plan de trabajo cuyo gran objetivo será el Mundial del año que viene. Y por si a alguien le queda alguna duda de que no quiere que este logro caiga en saco roto, remarca: «Queremos que esto que le pasó a Yani les pase a muchos chicos». Y detalla: «Hoy con ella estamos desarrollando trabajos a nivel de parálisis cerebral, aspectos posturales y kinesiología. Ayuda para el deporte pero también para que tenga una mejor calidad de vida». Ya instalados y tranquilos en Rosario, Martín intenta explicar el fenómeno Yani.