Unos 20 clubes de primera se reunirán en un restaurante de Puerto Madero; protestarán contra las idas y vueltas de los últimos meses; los cinco equipos grandes no están invitados.

«Algo tenemos que hacer. No puede ser que [Daniel] Angelici nos lleve de las narices cada vez que necesita de nosotros». Así de descarnada es la visión de uno de los dirigentes que asistirá hoy al asado convocado en un restaurante de Puerto Madero al que asistirá toda la primera división menos… los cinco grandes. El directivo, máxima autoridad de un club de Capital Federal, sabe que el presidente de Boca no va a parar hasta conseguir aprobar la Superliga. Con o sin la B Nacional. Para eso invitó a los clubes al predio de Ezeiza la semana pasada. Apenas consiguió un acta acuerdo. Fracasó.

En Estilo Campo, y llamados por Eduardo Spinosa (presidente de Banfield que supo ser tesorero de la AFA), Vélez y el G-24 de primera -los 24 equipos que menos dinero cobran por los derechos de TV- discutirán sobre un hipotético paro de actividades para el fin de semana. Saben que la medida de fuerza no tendrá plafón ni apoyo entre los dos equipos más grandes: River y Boca. Angelici y Rodolfo D’Onofrio, por ejemplo, ya dijeron en público que un paro de actividades no es solución para todos los problemas (económicos, logísticos) que enfrenta el fútbol argentino.

Entre achuras y trozos de carne, los representantes de los clubes -ayer habían confirmado su presencia más de 20- hablarán de la Superliga, la mentada renovación de la primera división que aún no arranca. Más allá de que algunos clubes hayan firmado el acta acuerdo de Angelici en Ezeiza, el consenso es no apoyarla. Algunos van más allá y creen que nunca estarán los 53 avales (30 de primera y 23 de la B Nacional) que se necesitan para cristalizar la nueva asociación civil. La semana pasada, la Inspección General de Justicia (IGJ) allanó el camino para la presentación del nuevo estatuto de la Superliga al aprobar la última reforma del estatuto de la AFA, que contemplaba la creación de la liga. Fue el mismo día en que Angelici citó a los clubes en Ezeiza. Casualidades de la AFA.

En el grupo de Whatsapp y en charlas informales, varios dirigentes le adjudican al presidente de Boca las idas y venidas de los últimos meses. En las elecciones del 38 a 38, el empresario del juego apostó por Luis Segura. Luego, fue su secretario general en el comité ejecutivo de la AFA. Renunció en junio, junto con los otros directivos de clubes grandes que cumplían funciones en la AFA.

Angelici puso al tesorero de Boca, Matías Ahumada, al frente de la ingeniería económica de la Superliga. El objetivo era convencer a los clubes de que habría más dinero. Por más tiempo. El reparto, sin embargo, no está resuelto. César Martucci (ex secretario general de Boca) gastó su teléfono celular invitando a dirigentes a reuniones, cafés y asados. La última convocatoria fue la semana pasada: pese al llamado a Pedro Segura (vicepresidente de Gimnasia de Jujuy y presidente de la mesa directiva de la B Nacional), la segunda categoría pegó un faltazo masivo a la reunión de Ezeiza.

En las palabras del informante subyace otro de los temas que se tocará en el almuerzo, seguramente a la altura de los postres: un frente común de cara a las elecciones presidenciales, que aún no tienen fecha. No es un almuerzo proselistista, ni se le parece. Pero la clase media de primera división vio lo que pasó en los últimos meses en la AFA. Sabe que la principal virtud de las categorías del ascenso fue la unidad. Históricamente, la élite del fútbol argentino se miró al ombligo. Le sobró ego y le faltó cohesión.

Los nombres para competir en las elecciones llegarán por decantación. Hay tiempo. Recién en dos semanas vendrá la delegación de la FIFA y la Conmebol para reformar el estatuto. Y después, recién después, habrá que ponerse a pensar en un candidato con nombre propio.