El goleador no está desesperado por irse a Europa y evalúa los próximos desafíos; de las siestas en su pueblo hasta disfrutar del privilegio en el club que le cambió la vida.

¿Se puede ser introvertido y de sonrisa fácil a la vez? Se puede. Lucas Alario lo es. Tímido en sus apariciones públicas, el goleador de River muestra seguido los dientes en la charla con LA NACION, aquí, en Orlando. No porque esté en una de esas situaciones de trance, llenas de tensión, cercanas a la definición de una jugada, en su papel de animal de área. Sino porque algunas preguntas le despiertan una sonrisa como primera respuesta. Por caso, cuando se lo consulta acerca de qué pensó al enterarse de que a Carlos Tevez le ofrecieron 80 millones de dólares en dos años por irse a jugar al fútbol chino. «No pensé nada. Son decisiones muy personales y está en cada uno querer aprovecharlas. Tevez pensó que tenía que aprovechar la oferta de China y está muy bien lo que hizo. Se respeta su decisión, aunque algunos a lo mejor no hayan estado de acuerdo. Pero es el sentimiento de cada uno», afirma, no sin antes sonrojarse.

Alario está sentado en el lobby del hotel Double Tree by Hilton sobre una silla de patas bien altas y al borde de una suerte de barra en la que los huéspedes aprovechan todas las tardecitas el happy hour para beber cervezas o tragos a través del famoso dos por uno. «Sabemos que cada pretemporada es la base de todo el año. Por eso estamos dispuestos a hacer todos los esfuerzos», afirma sobre los rigores de los trabajos en la ciudad de los famosos parques de Disney, casi a modo de introducción para el arranque del ida y vuelta.

-Por vos también preguntaron desde China. ¿Lo sabías?

-Sé lo mismo que sabés vos. Nada concreto. A lo mejor hubo preguntas y sondeos; pero concreto, nada. Así que no pienso más allá que en River. Estoy acá para ponerme bien física y futbolísticamente porque tenemos muchos objetivos muy lindos por delante y queremos poder cumplirlos.

-Te pido una reflexión sobre la oferta que le llegó a Tevez.

-Sinceramente, son cifras muy elevadas que hacen que uno se tenga que replantear muchísimas cosas. Pero no es mi caso porque no llegó ninguna oferta oficial. Estoy tranquilo, trabajando y metiéndole para ponerme bien físicamente.

-¿Se puede decir que vas a seguir en River al menos por otros seis meses?

-Ni idea. Como digo siempre, pienso en el día a día, en seguir trabajando. Hoy estoy en River y mi cabeza está puesta acá. Tenemos muchos objetivos por delante y los queremos cumplir. No pienso ni en mañana ni en la semana que viene. Solo en el día de hoy, en saber qué trabajo vamos a hacer cada día. Así es mi vida y así vivo. Es así. El día que me tenga que ir, será porque es algo conveniente para el club y para mí.

-Olvidémonos de lo que puede llegar a ocurrir con vos más adelante. ¿Cuál es el fútbol europeo que más te gusta ver?

-El fútbol inglés es el que más me gusta ver. Es el más entretenido. Hay muchas jugadas de gol, los equipos juegan al ataque…

-¿Es el qué elegirías para irte?

-Vivo todo con tranquilidad. No me quiero apurar porque en el fútbol se dan muchas situaciones que condicionan los deseos de uno.

-¿El desafío de la Libertadores influye para que vivas sin desesperación la posibilidad de irte de River?

-Obvio. Gracias a Dios pudimos conseguir ese cupo ganando la Copa Argentina. Por suerte lo logramos porque River se merece estar todos los años en la Libertadores por todo lo que mueve y lo que es como club. Ahora queremos tratar de llegar lo más lejos posible en la Copa. El Mundial de Clubes es el sueño que tenemos todos. Queremos seguir llevando a River a lo más alto posible.

-De cualquier manera, hasta ahora no te fue nada mal desde que estás en River.

-Seguro. Estoy viviendo un sueño desde que llegué a River y me tocó jugar y ganar la Libertadores.

-Hablemos un poco de tu vida. Algunas personas te dicen «santiagueño», pero en realidad naciste en la provincia de Santa Fe.

-Exacto. Nací en Tostado, en el norte de la provincia de Santa Fe, pero me crié en Cuatro Bocas, en Santiago del Estero.

-¿Es un pueblito?

-Digamos que sí, ja. Tiene poco más de cien habitantes, hay solamente nueve manzanas. Ahí no hay maternidad y por eso mis viejos tuvieron que viajar 45 kilómetros para que mi mamá me tuviera.

-¿Cómo era vivir allá?

-Muy tranquilo. Iba al colegio y después me la pasaba jugando al fútbol con mis hermanos y mis primos, que son una banda.

-En medio del campo, no les faltaría pasto para jugar…

-¡Todo lo contrario! Con la sequía que hay, allá el pasto no crece nada.

-Entonces no hacían falta botines.

-Yo jugaba descalzo. Me encantaba jugar así porque sentía que tenía mayor rapidez y que me podía escapar más fácilmente de los rivales.

-¿Lo de la siesta santiagueña es mito o realidad?

-Realidad absoluta. En el norte hace mucho calor y la siesta es fundamental, sobre todo en verano porque las temperaturas no bajan de 40 grados.

-¿Te considerás santafecino o santiagueño?

-Yo te diría que mitad y mitad.

-¿Vas de visita a Tostado?

-Sí, siempre. Cuando arranca la temporada se hace un poco complicado por la seguidilla de partidos, pero cuando estoy de vacaciones obvio que me voy para allá porque tengo familia y amigos. Es un mundo aparte a lo que es Buenos Aires.

-¿Lo extrañás?

-Uno siempre extraña y quiere volver a su lugar. Por eso, cuando me toca ir lo disfruto al máximo.

-¿Qué deporte practicabas en el colegio?

-Iba a la escuela de Enseñanza Media 332 de Tostado y jugaba al voleibol, pero no lo practicaba como deporte. En realidad, lo jugaba en la escuela. Armamos un equipo, viajamos a Santa Fe a jugar un torneo y fui.

-¿El voleibol te ayudó en algo en tu carrera como futbolista?

-En la técnica de salto, sin dudas. La he copiado de jugar al voleibol y ahora trato de hacerlo dentro de la cancha. Pero lo que más me ayudó de todo es que de chico siempre estaba pateando una pelota. Y de tanto jugar, uno termina aprendiendo.

-¿De grande también se puede aprender mucho?

-Por supuesto. En Colón, y después de llegar a River mejoré mucho como futbolista y como persona. Siempre le vas incorporando cosas a tu juego. Marcelo (Gallardo) te exige al máximo para sacarte lo mejor y eso la verdad que está muy bueno.

-¿Driussi es el acompañante perfecto para vos por el gran momento que atraviesa?

-Seba está pasando por un momento bárbaro y ojalá que siga así por el bien de todos. Eso se debe al trabajo, porque se vive esforzando, y también a la cabeza. Ser fuerte de la cabeza te sirve y mucho, y él ya demostró que tiene una fortaleza mental muy grande. Pero acá también hay otros delanteros muy buenos, como Alonso [Iván], Mora [Rodrigo] y Larrondo [Marcelo]. Los tres son muy buenos jugadores.

-El año pasado llegaste a transformarte en el delantero del momento. ¿Qué cosas te pasan por dentro cuando escuchás ese tipo de halagos?

-A uno le gusta recibir halagos, pero no me generan nada en particular porque sería tomar un camino incorrecto. Mi camino es el del trabajo, el sacrificio y la humildad. En el tiempo que llevo en el fútbol aprendí que estando tranquilo siempre se gana más, tanto en las buenas como cuando las cosas no salen como uno quiere.