Con el cambio de entrenador a mitad de camino, Unión dejó una imágen mejorada en la Liga Argentina. Desde lo deportivo, habrá que esperar por el futuro, y en lo dirigencial es tiempo de análisis profundo y cosas a corregir. Por el Turco Vergara

El plan original de Unión en la Liga Nacional en esta temporada ya venía con algunos contratiempos. De los seis segundos fatídicos, donde se perdió la chance de avanzar a una final en Corrientes ante Comunicaciones, hasta el armado del plantel, pasó de todo.
Daniel Beltramo, el ex entrenador, tenia un equipo para armar con Tabarez a la cabeza y a partir de allí el resto. Sin Barovero, no aceptado por el entrenador aunque no lo reconozca, el armado empezó tarde producto de un mercado muy complicado pero también por responsabilidad propia de la dirigencia que reconoció el error.
Sin Tabárez, el armado cambió por dos bases Torre y Ferreyra, campeones y ex rivales en aquella noche de Corrientes. Apuesta por Mariani, ex goleador de Barrio Parque, consolidar a Borsatti, mantener la capitanía con Isola, apostar por dos americanos y completar con laborioso Arca y una alternativa con Moreno. De abajo, tiempo de brindar oportunidad a Salaberry, Jaime, Ripstein para completar el armado.
El inicio fue con victoria frente a Echague como visitante pero sin dejar una buena imágen. Y fue que a la semana, el primer golpe de realidad se lo propinó Libertad de Sunchales.
A partir de allí el equipo nunca fue tal. Sin una clara idea de juego, con muchos problemas para defender, el ciclo Beltramo ya mostró sus puntos mas flojos y los rivales le fueron leyendo la forma de jugar.
Más allá de lo deportivo, hay otros factores que incidieron en la salida del cordobés. Caras largas por enojos pronunciados dentro del rectángulo, muchos reproches de mala manera de parte del coach, y una relación muy tirante con varios jugadores que por respeto, decidieron acatar las órdenes y nada más, pero el diàlogo no fue el adecuado para un equipo. Se notaba un fastidio desde afuera y no hacía falta preguntar.
Derrotas dolorosas y castigos duros de visitante, más la apatía de local, la gente se alejó y fue muy difícil sostener algo que no tenía mas vida.
Luego de la derrota ante Libertad en el Hogar de los Tigres, y con palabras poco felices hacia jugadores, expresiones negativas en un ambiente donde todo se sabe (incluído este periodista al que dijo «me lo llevo puesto») , Beltramo se terminó yendo de Unión de una manera que tal vez no dimensionó en el terreno personal, y que la dirigencia ya no soportó más también, notando el fastidio de los jugadores ante reiteradas situaciones que para nada sumaron.
Llegó el tiempo de Ponce, y con poco de rodaje, mas problemas. Se había ido Dixon, y empezó la prueba con Geffrard, indisciplinado y con escaso compromiso con el equipo, pasó casi desapercibido Love, hasta que llegó un entusiasta y gran jugador como Borsellino. Tambièn tuvo dos refuerzos importantes como Sanchez y Hagg, que se acoplaron de grata manera al equipo.
Ponce no varió tanto el juego, pero descomprimió los malos ánimos, le dió confianza a todos, apostó por una fuerte defensa y no la hizo tan difícil desde lo táctico.
Es cierto que el inicio fue negativo en aquella gira por el norte. Pero se notaba otro tipo de actitud del equipo y en medio del tormenta, cinco victorias al hilo fueron importantes para cambiar el rumbo.
Un equipo largo con variantes, que defensivamente si se imponía le dió un dolor de cabeza a màs de uno, con presencia debajo del cristal y con un extranjero que la rompió como fue Cambronne. Mariani se destapó y fue determinante, Borsellino empujó con gran entereza, Hagg y Borsatti fueron dos titanes defendiendo y desde la base, la sapienza de Torre mas el aporte obrero de Sanchez, dieron una lógica mas creíble de equipo, si lo comparamos con el inicio de temporada.
Se terminó entre los ocho mejores del torneo, con una serie barrida con Villa San Martín y quedó a un partido de la semifinal frente a Hindú de Resistencia.
24 ganados, 24 perdidos, con el mejor taponador del torneo, con un gran poderío ofensivo y la deuda quedará en el aspecto defensivo, donde Unión no pudo equilibrar el rendimiento y lo pagó claramente en los números.
Desde el plano dirigencial, creo que amerita una pausa honesta y sincera de todos los componentes del área profesional. La imágen hacia fuera no fue del todo buena y clara. Si bien hubo actores que estuvieron mas con el plantel y eso los jugadores lo hicieron notar, Unión no puede darse el lujo de no estar representado en Buenos Aires, ni tampoco no acompañar al equipo regularmente cuando se jugó de visitante. Es cierto que las labores cotidianas personales, son inexpugnables y requieren de tiempo. Sin embargo, en el plano profesional de un plantel y una apuesta de jugar una Liga, también requiere de ese tiempo valioso para estar lejos del error. Por eso reitero, uno entiende las situaciones, no obstante creo que no se toma dimensión lo que significa Unión para la competencia y en ese marco, el cómo se ve desde afuera, por momentos, no dejó una buena impresión.
¿Cómo se mejoraría?, entiendo que con un mejor canal de diálogo, mejor comunicación y mas gente involucrada, cuestión también a reveer, porque muchos actores ya no participan por diferentes motivos.
Desde lo deportivo, de menor a mayor y con un sabor a que se podía llegar mas alto, pero sabiendo de las limitantes. A mi criterio debe continuar Juan Francisco Ponce y revalorizar lo actuado en estas cinco temporadas (se profesionalizaron varios aspectos y eso fue positivo), sin antes marcar el debe y el haber con el fin de mejorar.