El técnico leproso entiende la importancia del Clásico rosarino pero mucho más la de la vida. Su mensaje es disfrutar un partido en paz, sin violencia.

“A mí lo que más me interesa es jugarlo. Ojalá podamos ganar ese partido, pero también lo que más me interesa es que la gente que va a la cancha vuelva a la casa”. Omar De Felippe muestra sinceridad en sus palabras. El Clásico es un partido distinto. No hay otro tema en la ciudad. En las calles, en los bares, en los medios, en la mesa familiar o con los amigos, y ni hablar en la redes sociales. Rosario comenzó desde el miércoles a vivir en modo “clásico” y el entrenador leproso no pudo esquivarle al tema, y su primera mirada estuvo puesta en una situación que preocupa a todos: la seguridad.

El técnico leproso sabe de la importancia de una victoria ante Central, mucho más en una serie eliminatoria como será la de Copa Argentina, pero se muestra preocupado por la seguridad de la gente. “Hay que ser inteligentes para ver dónde se va a jugar este clásico. Hay que ver si hay que viajar, a dónde, si hay que ir con seguridad. Hay que bancársela e ir a jugar donde nos toque, donde se decida. Si hay sorteo hay que bancarse el resultado del mismo”, señala con cordura, evitando mayores chispazos sobre un tema que amenaza con explotar a partir de la puja de ambas dirigencias para imponer fecha y lugar de disputa.

De Felippe la tiene clara. No prioriza el escenario, acepta que se juegue donde haya mayor seguridad para los hinchas. Porque el entrenador, al igual que toda una ciudad, no admiten que este partido pueda jugarse sin público.

“De una vez por todas creo que nos tenemos que darnos cuenta que esto es fútbol, que todos queremos ganar, pero que la vida es más importante que cualquier partido. A mí después de haber pasado por muchas cosas entendí el valor de la vida”, resume el DT, que con su paso por la guerra de Malvinas tiene currículum suficiente para saber si la vida es importante o no.

“Quiero que se juegue con gente de las dos parcialidades y que cuando se termine el partido algunos seguramente estemos contento y otros tristes, pero que entendamos que no deja de ser un partido de fútbol que todos queremos ganar. Hay que empezar a tranquilizarse, entiendo cómo se vive acá, pero no hay que perder la calma y entender que es un partido de fútbol”, resume, sin importar caer en frases hechas, que no siempre se cumplen.

Pero no todos fueron flores en la conferencia de De Felippe. Esto es fútbol, y dentro de la cancha cada uno defiende lo suyo. Y Newell’s pretende jugar el domingo 14, como había establecido Superliga, o en el peor de los casos el miércoles 17, algo que desde la otra vereda, suponen una ventaja porque Central tiene jugadores lesionados y a Alfonso Parot citado a la selección chilena.

“¿Por un jugador? No lo sabía. Yo no me quiero poner a opinar sobre lo que piensa cada uno, pero creo que la organización va más allá de un jugador o dos, sea de Central o de Newell’s. No me quiero poner a opinar de algo que no me corresponde, pero si la organización es seria tiene que ir más allá. Me interesa más la seguridad, el lugar dónde se juega y que la gente que va a ver un partido de fútbol vuelva a su casa, que si un jugador juega o no”, dice De Felippe con cierto sarcasmo.

Hay una preocupación más en el entrenador leproso y tiene que ver con el enfoque de sus jugadores. De Felippe tiene miedo que el clásico distraiga a algunos futbolistas y le resten importancia al partido ante Colón del lunes a las 21.

“Es inusual como se vive acá, creo que no se vive en ninguna otra parte con esta pasión, pero tengo que mantener la calma y enfocarme en el funcionamiento en el equipo, y en que los muchachos piensen en Colón y en trabajar”, aclara.

El Clásico avanza y minuto a minuto se llena de polémica. Se juega afuera de la cancha mucho antes que la pelota empiece a rodar. Y De Felippe no pudo escaparle a ese juego. Y si bien no muestra egoísmo a la hora de dónde jugarlo, está claro que quiere que se respete la fecha del domingo 14. Aunque tiene claro que antes hay que pensar en Colón.