Por distintas razones, el delantero siempre demoró en consolidar sus condiciones. Malas decisiones deportivas y personales frenaron su carrera. En Coquimbo, después de casi 300 días, vuelve a la vida y le anota a Colo Colo.
Mauricio Pinilla ingresa en los 66′ del partido entre Coquimbo Unido y Colo Colo. Habían pasado 285 días desde su último partido por Universidad de Chile y el atacante, literalmente, revivía. Y, como si se trata de un resumen de su vida y de su carrera futbolística, otra vez para hacerse notar. Tardaría apenas diez minutos para marcarle un gol a los albos, en una milimétrica posición de adelanto.

Pinilla tenía todas las condiciones para transformarse en un delantero de excepción. Sin embargo, decisiones equivocadas a nivel deportivo y personal frenaron su consagración y, varias veces lo tuvieron por el suelo. De hecho, los nueve meses y diez días que tardó en volver a jugar después del abrupto fin de su tercera etapa en Universidad de Chile, sumados a los 35 años que ya tiene, instalaban la duda respecto del nivel en que volvería.

El centrodelantero ha resucitado en varias oportunidades. El Inter de Milán se lo llevó joven a Italia, pero no le dio la posibilidad de debutar. El Chievo Verona lo reclutó, pero apenas lo utilizó en ocho ocasiones. El atacante no marcó goles y tuvo que buscar un nuevo destino. El Celta de Vigo le abrió la puerta y Pinigol pareció responder desde el comienzo: en el debut, le marcó dos goles al Alavés, por la Copa del Rey. Sin embargo, la relación se desvaneció en cinco meses, en los que alcanzó a disputar diez partidos y a sumar un par de escándalos fuera de la cancha. Otra deuda y la aparición de una faceta que lo marcó para siempre: su vínculo con la farándula.

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Pero su carrera no se detuvo. Sporting de Lisboa le abrió las puertas. El club portugués apostó y compró la mitad de su pase. Obtuvo retorno, pues Pinigol marcó en cinco oportunidades en la liga portuguesa y en dos a nivel internacional. El hito fue el gol que le marcó al AZ Alkmaar, por la semifinal de la Copa UEFA de 2005. Sin embargo, las lesiones y una merma considerable de rendimiento, otra vez, forzaron una salida. Para su desgracia, el día antes de la final de la Copa UEFA, se lesionó gravemente y se perdió el duelo ante el CSKA Moscú. La mala fortuna también lo perseguía.

Peor le fue en el Racing de Santander (13 partidos y un gol) y tuvo que buscar en Escocia una nueva opción para relanzar su trayectoria. En el Heart of Midlothian anotó apenas dos goles en cinco encuentros. Ahí, literalmente, tocó fondo. Con el tiempo, se conoció que el ariete estuvo internado durante seis semanas en una clínica siquiátrica, afectado por una crisis de pánico. “Lo que viví en los últimos meses es una experiencia dura y muy personal, pero decidí contarla porque hay mucha gente que ha sufrido lo mismo o más que yo y no encuentra una salida”, declaró en su momento a Las Últimas Noticias. “Llegó un momento que estaba por explotar. Iba a dejar el fútbol. No aguantaba un día más en Escocia”, reconoció. El club lo puso, también, en manos de una especialista.

En Vasco da Gama, de Brasil, su siguiente estación, no le fue mucho mejor: dos goles en cuatro encuentros. El Apollon Limassol, en Chipre, lo cobijó en la primera parte de 2009. La menor exigencia de la liga parecía garantizarle el reencuentro con los goles. Sin embargo su aporte fue igualmente paupérrimo: un tanto en cinco partidos.

Después de esa experiencia, Pinilla decide partir al Grosseto, un humilde equipo de la Serie B italiana. Ahí vuelve a renacer. Anota 24 goles en igual número de encuentros y se consagra como el goleador de la segunda categoría del fútbol peninsular. 12 de esos tantos los anotó en línea. Ahora sí, parecía que Pinilla estaba de regreso para responder a las condiciones que siempre tuvo.

El Palermo le reabrió las puertas de la Serie A del Calcio, ahora con mucho mejores resultados que en su primera experiencia: marcó 11 goles en 45 encuentros. El Cagliari su último club antes de disputar el Mundial de Brasil con la Selección. Marcó 25 goles en 67 encuentros. En el torneo planetario protagonizaría una jugada que añadiría otra marca a su vida: el balonazo que estrelló en el palo en pleno alargue de los cuartos de final ante Brasil. El ‘Palo de Pinilla’ pasó a ser denominación de origen y el delantero llegó a tatuarse la jugada.

Atalanta, donde anotó 11 goles en dos campañas, y otra vez Genoa, fueron sus últimas estaciones en el Viejo Continente antes de decidirse a retornar a Universidad de Chile, en la que celebró 18 veces en 32 partidos. Sin embargo, el retorno que partió con Pinilla revalidando su rótulo de ídolo y con los fanáticos pidiendo incluso que luciera la jineta de capitán en desmedro de Johnny Herrera, terminó en trauma: el 27 de julio de 2018 se anunció que Pinilla había firmado por dos años en Colón de Santa Fe. Dos días después reculó por presuntos cambios en el acuerdo con los argentinos. Y dos días más tarde, Azul Azul decide despedirlo. La disputa terminó en los tribunales, con Pinilla exigiendo una indemnización millonaria y perdiendo en el juicio. El delantero otra vez estaba en el suelo. Y nuevamente se levantaría.