El 7 de agosto de 1932 en Los Ángeles, Juan Carlos Zabala dominó la prueba de 42 km desde el comienzo y en los últimos 4, se escapó del pelotón para llegar a la meta en solitario, aventajando en 20 segundos al inglés Samuel Ferris, y consiguiendo la presea dorada. El Ñandú Criollo, quien desde muy pequeño quedó huérfano y se crió en un Hogar de Marcos Paz donde aprendió a correr largas distancias junto a Alejandro Stirling, dejaba una huella imborrable en el deporte de la provincia, el país y el mundo.

Zabala pasó a la historia como el primer atleta de habla hispana en ganar una maratón en un juego olímpico y, dato no menor, con solo 20 años de edad se dió el lujo de imponer un récord olímpico cubriendo los 42.195 metros en 2h 31m 36seg.

Entre otros méritos del rosarino también se destacan haber triunfado en 5 de las 6 maratones que compitió: Kosice, Checoslovaquia (1931); Los Ángeles; Helsinki y Viipuri, ambas en Finlandia (1936), y Odense, Dinamarca (1937). También fue el primer atleta del continente en cubrir los 5000 metros en menos de 15 minutos (14m55s8/10, en Buenos Aires, 1932).

En tanto, Delfo Cabrera, cuenta la historia, en ese mismo momento que Zabala se subía al podio en Los Ángeles, auguraba a su madre Juana: “Algún día voy a ganar esa carrera” y así fue… Unos meses después, con escasos 13 años, corrió la “Vuelta de Armstrong” llegando en segundo lugar, y provocando el asombro de toda la localidad.

El pibe que iba y volvía corriendo de la escuela empezaba el camino a Londres 1948.

En el medio pasó mucho. Trabajo en el campo levantando maíz, en una fábrica de ladrillos y en la construcción de la Ruta Nacional N° 9. Hizo el servicio militar, se fue a Buenos Aires para incorporarse al equipo de atletismo del Club San Lorenzo de Almagro bajo las ordenes de Don “Pancho” Mura, fue multicampeón nacional y panamericano en distintas distancias, y en 1946 se incorporó al cuerpo de Bomberos de la Policía Federal.

Sin embargo, llegó a la largada de la cita olímpica de 1948 sin haber corrido jamás los 42 km de una maratón, pero eso no fue un impedimento. Ante más de 70.000 personas en las tribunas del mítico Estadio de Wembley, Cabrera sobrepasó a Gailly, que se desarmaba en su andar, para dar la vuelta a la pista y cruzar la meta antes que nadie con un tiempo de 2h34’51”.