La directora técnica del equipo de fútbol La Nuestra y el expreparador físico de la selección masculina argentina y actual coordinador del Club Villas Unidas valoran el crecimiento de este deporte en proyectos integrales de inclusión social.

Juliana Román Lozano y Fernando Signorini destacaron la necesidad de seguir creando espacios donde “políticamente el fútbol sea un derecho y no un privilegio para pocos”.

“No es lo mismo jugar al fútbol en un barrio siendo mujer, migrante, negra o pobre, que jugar en lugares con mayores accesos”, aseguró a Télam Román Lozano.

La DT señaló que “el fútbol en su naturaleza es colectivo, requiere mirarnos a los ojos y comprender que no se trata sólo de un deporte sino de desandar las millones de problemáticas que nos atraviesan acá en el barrio”.

En esta línea, señaló que es importante “encarar espacios donde políticamente el fútbol sea un derecho y no un privilegio de pocos” y abrir caminos y oportunidades “a quienes no las tienen”.

“El objetivo es poder visibilizar a los invisibilizados de siempre, que el último de la escala social tenga las mismas posibilidades que el primero”, agregó por su parte Signorini a Télam.

Tanto La Nuestra como el Club Villas Unidas son proyectos integrales, que buscan generar inclusión social con una pelota de por medio.

“Es la posibilidad de usar al fútbol como catalizador para construir una vida digna, con trabajo, estudio o cobertura médica”, señaló el expreparador físico de la selección y del astro Diego Maradona, fallecido en noviembre del año pasado.

En este sentido, el presidente del “Villas”, Fabio Romanella, explicó que se busca “acompañar a quienes llegan -que son muy pocas personas- y a quienes no”.

Por eso destacaron que para quienes no pueden o no quieren vivir del fútbol, se gestionan becas para la universidad, talleres de oficios o incluso se les propone realizar el bachillerato popular del club donde, por ejemplo, Sandra y Gabriela Ríos, dos jugadoras de la primera división, están finalizando sus estudios secundarios.

«Estamos felices por la oportunidad que nos dan a las pibas para que estudiemos”, coincidieron las dos.

Y para quienes sí llegan a competir en altos niveles, “es importante acompañar en el momento en que se enfrentan al negocio del fútbol, para que no se conviertan en meras mercancías y que parte de esos ingresos queden en la comunidad y sea una manera de financiar a las personas que son del mismo barrio y club que posibilitó ese crecimiento, pero que no se van a convertir en cracks”, expresó Romanella.

Que el fútbol sea siempre un “espacio de disfrute”, sin perder de vista “la contención que significa en los barrios” y la necesidad de que se sigan creando proyectos en los territorios, que “los y las mejores van a seguir saliendo de ahí”, concluyó Signorini.