Santiago Alberto Lovell, criado en el Dock Sud profundo, donde se ganó la vida como canillita, venció sucesivamente al finlandés Gunnar Berland, al canadiense George Naughan y al italiano Luigi Rovati, al que noqueó en el tercer round.
Por Walter Vargas
Verdadero prodigio del peso completo y para muchos superior incluso a los legendarios Luis Ángel Firpo y Oscar «Ringo» Bonavena, Santiago Alberto Lovell escribió una singular epopeya en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1932 al quedarse con la medalla dorada en la categoría en la que hasta donde de sabía los locales eran invencibles.
«Negro», que así cariñosamente lo apodaban, y más argentino que el dulce de leche, Lovell venció sucesivamente al finlandés Gunnar Berland, al canadiense George Naughan y al italiano Luigi Rovati, al que noqueó en el tercer round.
La sorpresiva solvencia de Lovel fue apreciada de una manera vigorosa tal como para abrir las puertas de la llamada «Meca del Boxeo», donde también haría lo suyo, pero esta vez en el terreno profesional.
Nacido el 23 de abril de 1912 y criado en el Dock Sud profundo, donde se ganó la vida como canillita, lavador de papas y estibador en el puerto, Lovell alternó el fútbol con el boxeo hasta que entrada su adolescencia se inclinó por El arte de Fistiana.
En el campo amateur desarrolló un meteórico ascenso que incluyó ganar el Torneo Preolímpico y el consiguiente cupo a Los Ángeles en el Teatro Nuevo de la Avenida Corrientes, corazón de una Buenos Aires luminosa y pujante.
En los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1932, Lovell escribió una singular epopeya: se quedó con la medalla dorada en la categoría en la que hasta donde de sabía los locales eran invencibles
Consagrado como oro olímpico y mientras en la Argentina se lo esperaba con honores propios de un dignatario, en el viaje de regreso sufrió la curiosa vicisitud de un altercado con un oficial de mando y se lo mantuvo encerrado y con custodio policial.
Otro dato llamativo reside en el hecho de que habiendo centenares de peleas, cayó en su debut como profesional, el 20 de enero de 1934, frente a Eduardo Primo por nocaut técnico en la séptima vuelta.
Con todo, su travesía rentada fue notable y se dio varios gustos: en 1936 noqueó a Gino Calabressi en Concordia, en diciembre del 37 se presentó en el Hippodrome de Nueva York, el 19 de noviembre de 1938 ganó el título argentino y sudamericano de los pesados gracias a una victoria por decisión a expensas de Valentín Cámpolo.
Asimismo resultó vencedor de Red Burman y perdedor de Maxie Rosembloom (ex campeón mundial medio pesado) y se retiró en 1951 con un traspié frente al legendario Archie Moore en el Luna Park.
Lovell completó 88 presentaciones en condición de rentado con un palmarés de 76 victorias (de ellas 55 antes del límite, 8 derrotas y 5 empates.
El notable Negro Lovell partió de este mundo a los 53 años, el 17 de marzo de 1966.
Su hermano Guillermo Lovell fue medalla de plata en los Juegos de Berlín 1936 y sus hijos Alberto Santiago y Pedro Osvaldo incursionaron en el profesionalismo: el primero llegó a ser rival de Oscar «Ringo» Bonavena y el segundo, de positiva campaña en los Estados Unidos, llegó a medirse con Ken Norton.