Acaba de cumplir tres años como presidente de Racing; hace un balance de su gestión y critica a quienes endeudaron a la AFA.
30 de septiembre de 2013, Víctor Blanco , por entonces vicepresidente segundo, asumía de urgencia la conducción de Racing, luego de las abruptas renuncias de Gastón Cogorno y Rodolfo Molina. Tres años le alcanzaron a este empresario nacido en España para pasar de ser un dirigente desconocido a un hombre de peso dentro del fútbol argentino: ganó la elección presidencial el mismo día que la Academia fue campeón en 2014, fue director de selecciones nacionales de la AFA,presidió el Colegio de Árbitros y su nombre llegó a aparecer entre los candidatos para suceder a Luis Segura.
-¿Cuál es la receta para, en tres años, pasar de un club desordenado en lo institucional y que penaba en lo deportivo a lo que es Racing hoy?
-Uno viene de una actividad empresarial. Me tocó estar 18 meses compartiendo el trinomio con la anterior gestión. Y veía que había cosas que no se estaban haciendo acorde a lo que es una institución de fútbol o una empresa. Había muchos gastos superfluos, sin necesidad. El pasivo de Racing era de más de 30 millones de dólares. Hoy no debemos dinero y el flujo de caja normal está calzado con el dinero que traen los bancos.
-¿Lo ayudó llegar a ser presidente de un club teniendo más experiencia como empresario que como hombre de fútbol?
-Las decisiones en un club son iguales a las que tenés que tomar en una empresa. No hay misterios. Quizá a mí me ayudó mi profesión, lo de vivir siempre en el comercio. El tira y afloje con representantes y jugadores es el mismo. Creo que he manejado bien ese ejercicio. Nosotros teníamos contratos impagables. Cuando asumimos, el capital del club a nivel jugadores era nulo porque había futbolistas con muchos años. Si vos tenés jugadores mayores, no hay potencial de reventa.
-En ese tira y afloja tiene fama de buen negociador…
-Es normal. Yo creo que todos los dirigentes, cuando asumen, tendrían que hacer algún tipo de máster. Hay muchos que al asumir se sienten en desventaja contra un representante que lleva 30 años en su trabajo. Hoy los representantes son gente que tiene un nivel educativo muy importante, la mayoría son abogados y no sólo saben de números sino también conocen la parte legal. Los clubes muchas veces pagan cuando un presidente no tiene experiencia.
-¿Entendió las críticas por la salida de Sava? Pareció desprolija.
-Lo tomo como algo lógico. Forma parte de mi personalidad. Si veo una cosa que no funciona, no la voy a dejar para más adelante. En su momento él había manifestado que no había tenido el tiempo necesario y decidimos darle más tiempo. En ese tiempo, no en ese partido puntualmente ante Lanús, sino en esos setenta días de pretemporada, creo que se podría haber trabajado mucho mejor de lo que se hizo. Por eso se toma esa medida. Si lo hubiéramos hecho ahí, o cuatro fechas más adelante, era lo mismo.
-¿Se extraña a Milito en el día a día del vestuario y del club?
-En el vestuario hay grandes figuras como Licha López, Aued, Nico Sánchez, Bou, Orion. Pero a Diego se lo va a extrañar mucho. En la vida de Racing no creo, porque veo que va a seguir comprometido y va a estar en el club. Tiene las puertas abiertas, dependerá mucho de él su lugar. Hoy está colaborando, nos juntamos con la Municipalidad de Avellaneda porque queremos armar en el Predio Tita un ‘mini Cilindro’, como le dice Diego.
-¿Cuánto les cambia los planes la eliminación de la Copa Argentina?
-En nada. Fue un partido en el que no ligamos y lo que lamentamos es que la chance que teníamos de entrar a la Copa Libertadores se nos fue. Racing se acostumbró a jugar copas internacionales en los últimos años y esa es la vara alta que fijamos nosotros. Esperemos poder jugar la Copa Sudamericana el año próximo.
-¿Como presidente lo preocupa la interna de la barra que se desató en el último mes?
-Claro. Nos preocupa mucho. Es algo interno de la barra, lucha de poderes. Ningún dirigente de Racing tiene relación con los barras. A mí por suerte jamás me llamaron, ni me pidieron nada, ni me amenazaron. Cuando nos enteramos de que en la tienda oficial del club se vendía merchandising de La Guardia Imperial se dejó de hacer. Tiene que ser una decisión política combatirlas.
-El club sacó un comunicado que decía «No a las sociedades anónimas deportivas». Y el 99% de los cinco mil socios que participaron en el referéndum no vinculante ante Defensa y Justicia votó en el mismo sentido.
-Me parece que el tema de sociedades anónimas en clubes como Racing es muy difícil de llevar a cabo. Soy de la idea de que el estatuto, incluso, tendría que ser más cerrado. Que ninguna comisión directiva pueda alguna vez permitir una sociedad anónima en Racing, porque, si no, alguna vez algún trasnochado que junte 15, 18 o 60 asambleístas lo puede hacer.
-Como dos hinchas de Racing que están en el mundo del fútbol, ¿qué relación tiene con Fernando Marín?
-Poca. Ahora que está en la AFA un poquito más. Pero tengo una relación normal. Cuando hablan de Marín, yo digo que a él le tocó agarrar un club en esas circunstancias. Racing no podía ni iba a desaparecer. Yo califico como buena su gestión. Pasa a ser mala cuando hace el traspaso a [Fernando] De Tomaso, que fue quien nos llevó al caos en el que caímos después.
-Fue un año difícil para el fútbol argentino: la Superliga, la TV, amenazas de paro, la renuncia de Messi y más. ¿Cuál es su balance?
-El balance es negativo totalmente. Venimos de treinta y pico de años en que hubo mucho amiguismo en la AFA. Y ese manejo se terminó. Ya no hay plata. Y ahora los clubes tienen que hacer la justa. Hay clubes que deben 70, 80 millones. No van a poder pagarlos nunca, aunque la inflación les vaya licuando la deuda. Hay clubes que deben porque es una comodidad. Nosotros no debíamos nada, pero la última vez fui y pedí para llevarme algo porque, si no, sos el estúpido de la película. Ahora debemos avanzar hacia las elecciones y democratizar la AFA.
-Desde afuera parece difícil de entender que, teniendo a Messi, la AFA no tenga plata.
-Los ingresos estaban malvendidos y, encima, ya están cobrados. Hay contratos cobrados hasta 2030. Año tras año la selección va a seguir jugando, pero en lugar de cobrar un millón y medio de dólares, que es el caché, por ahí te venís con 200 mil dólares. No alcanza para nada, porque pagás los viáticos a los jugadores y se fue todo. Una parte de la deuda de la AFA son los clubes, que le deben mil millones de pesos. Imaginate con intereses, cuánto sería eso. A los clubes les dieron droga; tampoco se la pueden sacar de golpe. Si no, pasa lo que pasó antes de que arrancara el campeonato.
-¿Qué pasó con la Superliga?
-Creo que es un buen proyecto. Los clubes van a ser más beneficiados. Nos desprendemos en el buen sentido de la AFA. La AFA puede tener Adidas y nosotros Nike, por ejemplo. Y así con los sponsor: puede haber Coca-Cola y puede haber Pepsi. Se abre el abanico de posibilidades.
-La figura del CEO genera una polémica para algunos.
-El CEO lo elegirían los clubes. No veo mal que sea un profesional. Si funciona, que se quede 20 años. Si no funciona, lo cambiamos. Es un empleado. Puede ser alguien ajeno al fútbol o un directivo que no esté en funciones. Un ex directivo que tenga la capacidad de manejar la Liga. No es fácil: hay que viajar, vender la liga, valorizar el producto. Y para eso necesitás tiempo. Es más, el dirigente que está en la selección argentina también debería ser un ex dirigente de club. Porque es mucho el tiempo que te consume. Hay que irse 30 días y estar en los detalles de Messi y Agüero.
-¿Cuál es su autocrítica como director de selecciones nacionales?
-Estuve sólo 60 días. Y ganamos siempre, así que fui cábala (se ríe). Hablando en serio. Me tocó un momento difícil. Nosotros estábamos ajenos a los bandos que había acá, pero todo tiene que ver con todo. Hubo algunos problemas económicos, como Martino que no cobraba y otras deudas con el cuerpo técnico. Veníamos en el avión y le dije a Martino que me iba, pero todo eso fue un desmanejo que no se puede repetir. No podíamos planificar nada. Nadie podía contratar a nadie. No era seria la cosa. A Segura le vencía el mandato a los 15 días, no podía llamar a alguien que después era un contrato a tres años.