Gustavo Tavernini dirige un nutrido grupo de profesionales que sostiene a Federico Delbonis. Un equipo que cuenta, incluso, con un matemático deportivo y especialistas en neurociencia. Después de la explosión que provocó la obtención de la Copa Davis, en diciembre pasado, y a los pocos días de regresar de Croacia, el azuleño se sometió a una serie de estudios médicos y se encendió una alarma. «Tengo un equipo multifunción y si una de esas patas me sugiere algo, hay que evaluarlo. Hicimos los controles y se detectó un estrés que iba desde lo deportivo a lo extra deportivo. Indudablemente hubo parámetros que nos marcaron que no estábamos en condiciones de seguir compitiendo. Si no deteníamos la máquina íbamos a provocar algo indeseado. Por eso Federico no jugó la serie con Italia», le explica Tavernini a la nacion, pocas horas después del debut triunfal del zurdo en el Argentina Open. Desde que conquistó, en Zagreb y ante Ivo Karlovic, el punto más valioso en la historia del tenis nacional, la vida le cambió a Delbonis. Y empezó a vivir situaciones inusuales, como por ejemplo que una mujer, ansiosa por tomarse una foto con él, lo despertara mientras dormía en un avión. Acciones vinculadas con la popularidad que el actual número 45 del circuito no había experimentado. Su ausencia en la caída por 3-2 de la Argentina frente a Italia, hace un puñado de días en Parque Sarmiento, hizo ruido; sin embargo, dice que nada hubiese podido aportar.
«Después de ganar la Davis cambió la actitud de la gente hacia mí. Yo no cambié mi manera de ser. Trato de ser respetuoso en todas las circunstancias, pero algunas veces, por ahí, la gente no entiende ciertos momentos de intimidad. Me están pidiendo fotos en una forma increíble y más de lo normal. Me dicen ‘gracias’, como si fuese un salvador. En diciembre todo fue una locura. Ahora bajó un poco la intensidad. Lo que vivimos con la Davis fue como ganar un Mundial y por eso fue una magnitud muy grande. Son cosas de las que hay que aprender; vivirlas y saber manejarlas. Creo que el único de nosotros que supo vivir todo eso, ya que estaba más acostumbrado, es Juan Martín (Del Potro). Él tiene mucha exposición después de haber ganado el US Open. Pero el resto, no», le describe Delbonis a la nacion.
-¿En Azul, tu tierra, también sufrís el asedio?
-Más gente me saluda. Pero son respetuosos, me conocen más, hay gente que me ve desde siempre. Quiero seguir viviendo la vida normal. Disfruto de salir a caminar, hacer las compras, dar una vuelta, ir al parque con mi hija. Tiene tres años y por momentos no entiende mucho por qué al papá le sacan fotos o le piden que le hable a una pantalla de teléfono.
-¿Qué tan estresantes fueron tus semanas posteriores a ganar la Davis?
-Fueron muy movidas. Me costó mucho. Tenía pensado tener vacaciones, pero me quedaron pendientes; sólo pude irme dos o tres días. Me costó cortar la aceleración que traía. Recién ahora estoy empezando a bajar la adrenalina. Después de volver de Australia pude calmarme y pensar ‘bueno, ya pasó’. Lo que toca ahora es 2017. El 2016 fue hermoso, pero ya está.
-Formaste un grupo grande de profesiones, entre los que hay gente del equipo del neurólogo Facundo Manes. ¿Qué buscás en ellos?
-Empezamos a trabajar desde el año pasado. Y empezamos a laburar todo lo que es el manejo de ciertas situaciones dentro de la cancha, como la ansiedad. La parte psicológica es muy importante.
-¿Por qué no jugaste la serie ante Italia?
-Necesitaba un parate y cortar la seguidilla. No había tenido pretemporada. Preferí parar y dejarle el lugar a un compañero que estuviera mejor. No me encontraba en condiciones para jugar aceptablemente. Es muy estresante estar seis o siete horas en la silla sentado mientras apoyás a un compañero y después levantarte todo contracturado, o jugar el partido más importante. No hubo ningún tipo de diferencia interna ni nada raro. Tengo en claro lo que dijeron mis compañeros y lo que sabe el capitán (Daniel Orsanic). Eso es lo que más me queda. No puedo contentar a todos.
-Tenés la experiencia de haber jugado un repechaje: en 2014, en el triunfo 3-2 ante Israel, en EE.UU. ¿Cómo se vive ese tipo de instancia?
-El día que más sentí los nervios fue el sábado, después que perdimos el dobles con Horacio (Zeballos; la serie se puso 1-2). Pero la cena íntima de ese sábado fue positiva, el humor era bueno, la perspectiva que teníamos era que se iba a dar vuelta y así sucedió. Más allá de que falte mucho tiempo, la ilusión de todos es estar en esa serie. Para algunos es la muerte pasar de ganar la Davis al repechaje, pero no lo es. Si España se fue casi a la C, puede pasar de todo. Vamos a ir con nuestro mejor equipo, sea quien sea. Soy optimista con que vamos a permanecer en el Grupo Mundial.
-Tu mejor ranking fue 33°. ¿Tu objetivo para este año será entrar en el top 25 y sostenerte?
-Quiero darle importancia a mi circuito más allá del ranking. Enfocarme en mi nivel, en mantener la concentración durante la mayor cantidad de semanas para que los buenos resultados estén todo el año y no esporádicamente. Hablar de ranking me puede poner una presión que no quiero.