Un Mundial es fútbol, pero también atmósfera: hinchas, euforia, color. Aquí, en Nizhny Nóvgorod, una de las 11 sedes de Rusia 2018 , faltan por el momento todas esas cosas.
Esta ciudad situada unos 400 kilómetros al este de Moscú parece seguir su ritmo habitual, acompasado durante siglos por el lento fluir de los ríos Volga y Oka, ajena al hecho de que el espectáculo más grande del mundo ya ha comenzado y está por desembarcar en sus calles.
Uruguay instaló su concentración en las afueras, hoy se juega el primer partido en la ciudad y luego llegan grandes como Inglaterra o la Argentina de Lionel Messi. Pero el ambiente en Nizhny Nóvgorod se mide hasta ahora en negativo: el Mundial es casi invisible.
«Estuvimos preguntando y nos dijeron que Rusia no es un país muy futbolero», explica algo perplejo Manuel. El peruano llegó a la ciudad por un imprevisto: no quedaban pasajes de Moscú a Saransk, donde juega Perú, así que tuvo que hacer conexión en Nizhny Nóvgorod.
Manuel espera encontrar más ambiente en la Fan Fest, donde los seguidores se reúnen a ver los partidos en pantallas gigantes. Pero la larga cola que espera para entrar se debe solo a los controles de seguridad, que incluyen detectores de metales y revisión de mochilas. Adentro, el espacio habilitado para 15.000 personas no llega a un tercio de su capacidad, pese a que se encuentra en el centro de la ciudad de 1,2 millones de habitantes, es viernes por la noche y se juega el España-Portugal, un cartel inmejorable.
«Supongo que es porque no juega Rusia», aventura Alexandra, una local de 27 años que hace cola con su marido y que representa otra rareza: es una de las muy pocas mujeres entre un público masculino. «No es tan común para la gente ir a ver partidos», añade Alexandra. La joven asegura que mucha más gente se reunió a ver el partido inaugural, en el que Rusia aplastó por 5-0 a Arabia Saudita, y espera que el público vaya en aumento «cuando haga menos frío y haya DJ».
A metros de la Fan Fest en la Plaza de Minin y Pozharski, punto de encuentro de la ciudad, comienza Bolshaya Pokróvskaya, la centenaria calle peatonal salpicada de restaurantes y cafés y recorrida por miles de personas cada día. Las banderas de colombianos o peruanos de paso, como Manuel, son los únicos detalles que hacen pensar en un Mundial. En sus más de dos kilómetros y decenas de bares no hay carteles, ni banderas, ni pelucas, ni cánticos, ni gritos de gol. El único símbolo futbolero de la calle es una estatua del lobo Zabivaka, la mascota del Mundial. Los niños se sacan fotos con él bajo la atenta mirada de otra estatua: la de un policía de tiempos de los zares, con su bigote, su espada y su pistola.
A minutos del inicio del partido que mostrará al mundo el estado de Cristiano Ronaldo, los clientes conversan como siempre en las terrazas con música de fondo, sin relatos de partidos ni televisores, pese a que el choque se transmite en abierto.
«Aquí la gente suele ir a ver partidos a bares especiales de deportes», aclara Daria, camarera de uno de los pocos locales en donde puede verse el duelo. Los tres televisores se encuentran en el interior, pero todos los clientes resolvieron sentarse fuera.
Nadie esperaba de Rusia 2018 el delirio futbolero de Brasil 2014, la ilusión de Sudáfrica 2010 o el «cuento de verano» de Alemania 2006, pero el ambiente en Nizhny Nóvgorod supera en indiferencia al resto de sedes. Y hay motivos que lo explican.
El único equipo concentrado en las cercanías, Uruguay, no juega partidos en la sede. El primer encuentro, entre Suecia y Corea del Sur, es hoy. Y la ciudad carece de un gran equipo propio: el imponente estadio renovado para el Mundial quedará para el FC Olympiets, de Segunda División.
Los próximos partidos de la selección rusa, un clima más benévolo y el aterrizaje de hinchas extranjeros tan abrumadores como los ingleses o los argentinos cambiarán a la fuerza el ambiente. Es posible que Nizhny Nóvgorod despierte entonces de su calma centenaria y descubra en primera persona lo que significa un Mundial.
Un enclave cerrado a los visitantes durante la época de la URSS
Durante la era soviética, a los extranjeros se les prohibía entrar a Nizhny-Nóvgorod, sede de programas secretos de armas y el lugar donde el famoso disidente Andrei Sakharov fue enviado a cumplir un exilio. En contraste con los adustos capítulos de su pasado, la ciudad evidenció una de las mayores aperturas durante los ’90.
Un coliseo para seis partidos de la Copa del Mundo
En su estadio con capacidad para 45.000 personas, Nizhny-Nóvgorod acogerá, además del choque de hoy entre Suecia y Corea del Sur, tres partidos más en la fase de grupos: Argentina-Croacia, Inglaterra-Panamá y Suiza-Costa Rica. Más adelante también será escenario de un choque por octavos de final y de otro encuentro por cuartos de final. Pero hay cierta aprensión por el futuro incierto del estadio.