Irene Presenqui, la jueza rosarina que viene de dirigir la final del Mundial de Londres, habló de su pasión por el arbitraje y dio detalles de cómo tomó la designación para el encuentro más importante del torneo, en el que se consagró Holanda. «No era mi objetivo», dijo.
A Irene Presenqui le gusta romper los límites y siempre ir por más. Por eso no sorprende que, ante una situación que pueda tener un denominador común, ella se plante distinto. Parte de romper los límites también es mirar diferente. Hace 15 días, su nombre sonó fuerte en Londres, más específicamente en la final del Mundial que vio consagrarse a Holanda frente a Irlanda. Y sonó fuerte porque con Irene en cancha estuvo la representación argentina que tal vez se esperaba ver con Las Leonas, eliminadas en cuartos de final. La rosarina fue designada para arbitrar el partido al que apuntan todos (o casi todos, menos ella), junto a la belga Laurine Delforge, quien además es su amiga. ¿A qué aspiraría cualquier árbitro que forme parte de una cita como esta? A dirigir la final. Probablemente. Pero para Irene, eso nunca fue una prioridad. Ni en este Mundial de Londres ni en otros torneos de magnitud. La designación llegó y la disfrutó al máximo, aunque con la mesura que la caracteriza. El contraste es notorio. Irene irradia tranquilidad aunque por dentro la adrenalina le haga un remolino. Y es desde esa tranquilidad que puede pensar, medir y decidir. Evaluar y concluir que su presencia en una final puede tener un significado ínfimo al lado de la posibilidad de que Las Leonas estén en una definición. Así rompe los límites de lo que de arranque elegiría el común de la gente.
Recién llegada a Rosario, de vuelta en el pago después de unos días de rélax en el Viejo Continente tras la finalización de la Copa del Mundo, Irene le abrió las puertas de su casa a Ovación y brindó detalles de ese momento que la puso en la cima del hockey mundial, pero también habló de la filosofía que la atraviesa. Entre otras cosas, la también psicóloga deportiva señaló que «el arbitraje es lo que realmente me apasiona» y que «hacer que un partido sea un buen show es una presión linda». No sin antes remarcar eso que a veces a algunos se les va de la memoria: «Los protagonistas son los jugadores, no los árbitros». Aún con tres mundiales encima y dos Juegos Olímpicos, por citar a los torneos más importantes, Irene siente que hay mucho más por recorrer: en el horizonte cercano aparecen la Pro League 2019 y los Juegos de Tokio 2020.