La derrota en la final de 2017 sembró dudas en Duendes, que logró disiparlas para consagrarse otra vez. Fue triunfo 27-22 ante un Gimnasia que dio todo pero no pudo conquistar el título en su propia casa.
Duendes pisó fuerte en cancha de GER. Fotos: Enrique Galletto.
Después de una primera mitad muy parejo entre Gimnasia y Duendes que terminó 17-10 a favor del Verdinegro, quedaba la chance de ver un segundo tiempo más jugado que luchado en la final del Torneo Regional del Litoral 2018. Pero cuando a los 25 minutos Román Miralles, la gran figura del partido, convirtió un penal y puso el resultado en favor de Duendes por 27-10, muchos pensaron que el partido ya estaba definido.
Aunque para los hinchas de Duendes fue el inicio de un sufrimiento. Porque los fantasmas de la final perdida el año pasado ante Jockey 37-36 después de ir ganando 36-13, a menos de 20 para el final, comenzaron a rondar por el Parque Independencia.
Es que un try convertido por Teo Castiglioni a los 30 y otro que apoyó Andrés Speziali a los 33 sombraron muchas dudas para los jugadores de Duendes, incluso en aquellos con muchos partidos decisivos en sus carreras como Miralles, Juan Manuel Prieto, Pedro Imhoff, Maximiliano Nannini y Juan Rapuzzi.
La amarilla a Ignacio Fantín a los 31 y tener que aguantar el resultado con uno menos hasta el final parecía imposible, pero ahí fue el momento en que la experiencia del 2017 le sirvió a Duendes. Es que el equipo dirigido por el tridente Fernando Bilbao, Nicolás Galatro y Lucas Bouza sacó toda su fuerza y ese “plus” que se necesita para ser campeón: defendió con todo, aguantó el empuje de Gimnasia y terminó festejando un nuevo título del Litoral, el número 12 sobre 19 ediciones del torneo.
El Fantasma rondó por el Parque Independencia. Primero parecía que era para volver a amargar a Duendes, sin embargo los de barrio Las Delicias terminaron festejando: fue 27-22, muy sufrido, aunque también muy festejado.
Es que Duendes volvió a demostrar que se siente cómodo en esta clase de partidos, aunque a veces los sufre, pero casi siempre termina gritando campeón.