Diecisiete jugadores pasaron por ambos clubes, aunque hace más de dos décadas que no se da un caso similar.
La búsqueda de los jugadores que vistieron la camiseta de Central y Newell’s estaba lista. El arquero Juan Carlos Delménico apareció en todo el rastreo como el último que se atrevió a jugar para los dos equipos rosarinos hace treinta y cuatro años. La nota estaba lista para salir en el diario. Los datos, los nombres y la historia estaban contados. Sin embargo, algo surgió de imprevisto. Sin quererlo. El último hombre no era realmente ese que todos pensaban. Había otro. Un tapado. Su apellido no aparece en los diarios viejos, mucho menos en las búsquedas por internet. Incluso en esta nota apareció por el costado, de la nada. “Delménico no es el último, fue Carlos Gastaldi”, fueron las palabras que hicieron que el artículo tome otro rumbo. Fue difícil encontrarlo. Un dato sobre un negocio en Funes permitió enfocar la búsqueda, aunque las expectativas no eran altas. El teléfono dio tono y una voz gruesa del otro lado respondió: “Buenas noches, parrilla Doña Tita”.
Carlos Gastaldi. El último futbolista que jugó en Central y Newell’s. Aquel que debutó en Primera nada más ni nada menos que en un Clásico, allá por 1992. Esa figurita que empezaba a transformarse en difícil, de pronto estaba del otro lado del teléfono.
Lo siguiente fue una historia a la que hubo que sacarle el polvo. Él mismo reconoce que es un olvidado, algo que no le quita el sueño, ya que el fútbol quedó en un segundo plano en su vida.
Gastaldi arrancó en Juan XXIII y luego hizo inferiores en Central. Debutó en primera el 7 de octubre de 1992, triunfo canalla sobre Newell’s por 2-1 con goles del Puma Rodríguez y Hugo Galloni. Lunari había adelantado a la Lepra.
El Coloso lo pisó después de unos meses. “Hoy sería imposible pensar en que alguien que jugó profesionalmente en uno de los clubes pase al otro”, reconoce.
“Antes existía esta locura, pero era una locura linda. Nos cargábamos si ganábamos. Pero hoy hasta la cargada molesta y eso también ayuda a que no se juegue el clásico en Rosario. Es feo para todos”, comenta sobre el partido por la Copa Argentina.
En Central no se quedó mucho. Lo dejaron libre cuando Vicente Cantatore se convirtió en el técnico canalla.
Y en ese parate de fútbol, que “habrá durado unos seis meses”, llegó la propuesta para ponerse la rojinegra. Fue por iniciativa del Indio Solari, que dirigía Newell’s y que era socio de su papá, un histórico dirigente de Central.
Y Gastaldi, hincha canalla, decidió darle rienda suelta a sus ganas de jugar a la pelota. “Sí, acepto”, le contestó al Indio. Claro que antes lo consultó con su familia y tuvo apoyo. “Lo hice por mi papá que era parte de la Comisión Directiva de Central”, comenta.
A Newell’s llegó el día después del arribo de Diego Maradona. Tal vez por eso la noticia no aparece en muchos registros de la época. La presencia de Diego obligaba a no hablar de otro tema. Y Gastaldi pasó inadvertido, ni siquiera hay registros fotográficos de aquel momento, aunque es uno de los que tiró al aire a Maradona en aquella histórica primera práctica en el Coloso. “Compartimos algunas prácticas con Maradona, era alucinante lo que se vivía”, recuerda. O tal vez su nombre no aparece porque sólo jugó en la reserva leprosa. “Y el primer partido que salí a la cancha de Newell’s, era suplente y desde atrás del banco se bajó un hincha a insultar y a recordarme mi pasado”, comenta entre risas. Y aunque reconoce que no fue fácil, nunca se arrepintió de tomar esa decisión. Cuando se fue Solari de Newell’s lo dejaron libre y se fue a Tigre.
Hoy, cuando puede lleva a sus hijos a la cancha de Central, y ve los partidos pero no como antes. “Se me fue el fanatismo”, se sincera el último hombre que se animó a cruzar de vereda.
No fue el único
Carlos Gastaldi fue el último, pero no el único. En la década del 40, el primero que se atrevió a cruzar los 6 kilómetros que separan el Gigante de Arroyito con el Coloso del Parque fue Juan Carlos Cámer.
Cámer fue un delantero que jugó en la Lepra entre 1943 y 1944, pasó por Racing y luego firmó en el Canalla en 1946. Y abrió una puerta que introdujo a la aventura a otros: Elio Montaño, Juan Alberto Castro, José Poi, Jorge Westcha, Juan Carlos Bertoldi, Hugo Rosales, Rogelio Poncini, Daniel y Mario Killer, Oscar Coullery y Juan Carlos Delménico.
Y también estuvieron los que no se sonrojaron de pasar de un lado a otro sin otro club como escala intermedia, casi que se cambiaron la camiseta en el vestuario. En esa nómina de osados aparecen Miguel La Rosa, Ricardo Giménez, Rolando Pierucci y Sergio Apolo Robles. Y claro, Carlos Gastaldi.