El Cementerio de los Elefantes vivió una verdadera fiesta pasional este jueves por las semifinales de la Copa Sudamericana ante Atlético Mineiro. Un estreno a todas luces de la nueva bandeja sur.
Este jueves 19 de septiembre quedará grabado a fuego para los más fanáticos de Colón. No solo por la histórica instancia de semifinales de la Copa Sudamericana y el rival, Atlético Mineiro, de importante trayectoria internacional, sino por el nuevo acompañamiento para que el estadio Brigadier López explote de júbilo.
Las victorias ante Atlético Tucumán en la Copa Argentina y San Lorenzo por la Superliga generaron una inyección anímica trascendental. Un contagio que se pedía a gritos y que llegó en el momento indicado. La economía en Argentina atraviesa por un momento crítico y el mango se cuida como oro, pero la gente cuando se trata de pasión no razona y juntó su platita para acompañar al equipo. En pocas palabras, ahorro para no perderse esta gala.
Por eso inicialmente estaba todo dado para que se ocupen los tres costados avizorando cerca de 25.000 personas, pero hubo cambios sorpresivos que hicieron que el éxtasis emotivo sea aún mayor: se hizo un pedido especial para poder utilizar toda la cabecera sur por la baja demanda de localidades de la parcialidad visitante.
Por reglamento, Conmebol indica que en semifinales se aumenta de 2.500 a 4.000 localidades y por eso el Galo se aferró a eso. Quizás muchos especularon con una medida para mermar la presión que podía meterse los adeptos locales, pero primó el sentido común y los cerca de 1.000 «torcedores» se ubicaron en el codo sur habilitando casi 7.000 tickets más para Colón, que volaron este mismo jueves, horas antes del cotejo. De esta manera, las cuatro tribunas brillaron a pleno, con estreno absoluto de la bandeja que da al Fonavi San Jerónimo.
Esto fue gracias a una gestión dirigencial ante la Conmebol y el propio Atlético Mineiro que llegó a buen puerto. Por eso también se realizó un almuerzo camaradería para seguir afinando relaciones en el terreno internacional.
Así las cosas, el Cementerio de los Elefantes se transformó en un teatro colosal de ilusión. Una muestra cabal del sentimiento de la gente de Colón, que sigue dando muestras de su amor incondicional. Por eso para muchos puede ser anecdótico y para otros, un recuerdo imborrable para siempre.