El defensor firmó con el Decano, pero reclama una deuda de Colón antes de partir que podría hacer caer el negocio con el trueque por Bruno Bianchi.
Este lunes por la mañana, Guillermo Ortiz parecía haberle puesto fin a su ciclo en Colón para tener una nueva experiencia en Atlético Tucumán. El defensor, que sentó postura en el primer día de pretemporada, le comunicó al entrenador Diego Osella que no quería ser parte del proceso y por eso la dirigencia tomó cartas en el asunto. Más que nada, para analizar diferentes propuestas de transferencia. En su momento el que más intentó contratarlo fue Talleres, pero solo por un préstamo y desde Santa Fe querían venderlo. Esto atendiendo a que en su momento el club adquirió la totalidad de su ficha a Newell’s.
Se abrió una posibilidad para encontrar en parte de la negociación por Bruno Bianchi, que hacía fuerza para recalar en Santa Fe, pero Atlético Tucumán no lo aceptaba y solo quería dinero a cambio, en algo que escapaba a las posibilidades sabaleras. Entonces todo se caía y muchos ya se aventuraban con pensar en que se quedaría en el plantel «parado» por lo menos hasta junio.
Pero el pasado fin de semana se aceleraron las gestiones y se reflotaron las tratativas por un trueque por el 50% de la ficha (Colón se queda con la otra mitad), ya que el Decano solo posee el mismo porcentaje (lo restante está en poder del jugador y su representación).
Otro detalle a tener en cuenta es que el zaguero rosarino tenía uno de los salarios más altos (uno de los atenuantes al comienzo, ya que no aceptaba lo que iba a cobrar en el Jardín de la República) y por eso genera algo de oxígeno que, si bien Bianchi (firmará un contrato por tres años) tendrá una sustanciosa mejora, no llegaría a igualarlo. De esta manera, Osella tiene al valor de experiencia y profesionalismo que tanto estaba deseando. Se lo hizo entender al presidente José Vignatti y al secretario deportivo Francisco Ferraro.
De esta manera, Ortiz le puso fin a un ciclo en el Rojinegro «por desgaste»y por eso se optó por su salida, porque no era cómodo para nadie tener a un futbolista a disgusto. Aunque no iba a hacerlo a cualquier precio y el escenario se dilató más de la cuenta por las escasas propuestas superadores. Acá lo que primó fue que el cierre de pases es inminente y los dos valores se iban a quedar sin nada y con poca predisposición en sus clubes.