Un aficionado se somete a un control de temperatura antes de asistir a un partido FC Minsk-FC Dinamo-Minsk del campeonato de fútbol de Bielorrusia el
Por Tatiana Kalinovskaïa con Thibaut MARCHAND en Moscú
Único campeonato nacional que se disputa en una Europa muy afectada por el coronavirus, el fútbol bielorruso gana seguimiento en el extranjero y alguno de sus jugadores tratan de aprovecharlo para darse a conocer, pese a que los aficionados locales huyen de los estadios.
En las gradas quedan los seguidores más acérrimos. Yahor Khavanski, de 26 años, admite “un cierto temor” a la pandemia, pero no renunciará a la tradición de acudir a los partidos cada domingo.
Con su mascarilla de protección y su bufanda del FK Slutsk, asistirá “tratando de no tocar nada” al partido que dispute su equipo contra el Belshina Bobruisk, correspondiente a la sexta jornada.
Contactado telefónicamente por la AFP, este joven reconoce que es uno de los últimos: “El estadio puede albergar 2.000 personas, pero en el último partido, había unas 300, con libertad para instalarse allá donde quisieran para guardar las distancias”.
Khavanski no piensa renunciar a ir al estadio: “Tengo tantas posibilidades de contagiarme como en los transportes públicos o en las tiendas”.
En efecto, pese a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la que una delegación visitó recientemente el país, con el apoyo de su impetuoso y autoritario presidente Alexander Lukashenko, rechaza someterse a medidas de confinamiento.
La Federación Bielorrusa de Fútbol (BFF) no tiene intención de interrumpir sus competiciones, asegurando fiarse de los consejos de las autoridades nacionales.
Esta semana anunció la reanudación del campeonato femenino a partir del 30 de abril, tras una suspensión de dos semanas para que las jugadores que habían estado en contacto con enfermos del COVID-19 cumplieran un tiempo de cuarentena.
El país cuenta ya con 9.750 casos de coronavirus para una población de 9,5 millones de habitantes, más que su vecino ucraniano, cuatro veces más poblado y con la población confinada.
Exposición internacional
Sobre el papel, la disputa del campeonato es un maná: el fútbol bielorruso nunca fue tan seguido en el extranjero.
A mediados de marzo, la principal cadena deportiva rusa compró los derechos, y después siguieron los canales de otros once países, entre ellos India e Israel. Los clubes han creado cuentas de Twitter en inglés.
La pandemia podría salvar incluso al FK Slutsk.
Como todos los clubes en Bielorrusia, su único patrocinador es una empresa del Estado, la azucarera local. “Pero la industria del azúcar está en declive”, explica a la AFP el presidente de la entidad, Vitali Bunos.
El director de la fábrica está en prisión por un caso de corrupción y sin un patrocinador “las finanzas del club son catastróficas”, explica Bunos.
Desde hace un mes, llamados por la curiosidad y el hambre de fútbol, hinchas de todo el mundo se han aficionado al equipo y incluso un grupo de australianos han creado un grupo Facebook y una colecta.
La rebelión de los hinchas
Pese a esta exposición internacional, los estadios del país se vacían: el pasado fin de semana, sólo 2.383 espectadores asistieron a los ocho encuentros de la quinta jornada. El Dínamo Minsk-Neman Grodno, en el mayor recinto del país, atrajo a… ¡317 personas!
El motivo es la rebelión de los hinchas. A finales de marzo, los aficionados de Grodno (oeste) denunciaron las “mentiras” sobre la situación epidemiológica e instaron a la BFF a “tener al final el valor de detener el campeonato”.
Después, los grupos de aficionados de los principales clubes anunciaron que dejarían de asistir a los partidos de sus equipos.
Varios jugadores, esencialmente los extranjeros, también se manifestaron a favor de detener el campeonato.
“Es un poco aterrador”, comentó la semana pasada en Instagram el exinternacional ucraniano Artem Milevsky tras un partido en Vitebsk, segundo foco del coronavirus después de la capital.
Unos aficionados del FC Dinamo Minsk animan a su equipo durante un partido del campeonato de fútbol de Bielorrusia contra el FC Minsk el 28 de marzo de 2020
En la prensa brasileña, el centrocampista del Dínamo Minsk, Danilo, se preguntaba: “Si todos los grandes campeonatos se paran, ¿por qué no aquí? Hay que seguir el mismo camino”.
Pero también los hay que piensan beneficiarse del momento. “Es un plus si esto sigue así, nos da visibilidad si jugamos bien”, explica a la AFP el franco-armenio Aïk Musahagian, centrocampista del Energetik-BGU.
“Tenemos un plantel joven y los jóvenes quieren mostrarse. ¡Es una oportunidad! No hay miedo y respetamos todas las consignas”.