Los jugadores de las ligas del interior se dedican a trabajar en oficios como de carniceros, panaderos y vendedores, en medio de la incertidumbre por el regreso de la actividad y así palear la falta de un sueldo.

Los futbolistas de las ligas provinciales no cuentan ni con los ingresos ni con las posibilidades de los jugadores de los clubes más poderosos para transitar este parate de tres meses y han salido a buscar otros empleos mientras esperan el regreso del torneo.

La provincia de Mendoza entró hace dos semanas en la fase 5 de la cuarentena y aunque los clubes propusieron reanudar las prácticas deportivas, ese pedido fue denegado el Consejo Federal de Fútbol y la AFA.

En este contexto, algunos jugadores de la provincia optaron por entrenar por su cuenta, mientras que otros decidieron agregarle una nueva actividad durante la pandemia: es el caso del marcador central del club Huracán de las Heras, Adolfo Tallura, que trabaja en una pastelería junto a su esposa.

El defensor que participa del Torneo Federal A, contó que venden pastafloras, alfajores de maicena y bombones, entre otras cosas, con la ayuda de un horno eléctrico y de este modo poder cubrir la demanda de sus clientes en la localidad mendocina de Lavalle.

«Los jugadores de las ligas de la provincia de Santa Fe son amateurs, todos trabajan en otra cosa y van a practicar a la noche a los clubes», advirtió un allegado a los futbolistas y los clubes de las ligas del sur de Santa Fe, consultado por Télam.

Un caso emblemático de la liga santafesina lo vivió un jugador rosarino que es además estudiante de kinesiología, que fue convocado por un equipo del interior de la provincia como futbolista, pero que terminó haciendo doble trabajo y finalmente fue despedido sin cobrar por ninguno.

«Cuando sus compañeros se enteraron de que estudiaba kinesiología se empezaron a hacer atender por él. Así que trabajaba de kinesiólogo, antes practicaba con todos y después seguía como kinesiólogo hasta pasadas las 00. ¿Cómo terminó? Un día luego de perder tres partidos lo echaron como un perro y no cobró ni como jugador ni como kinesiólogo», narra el padre del jugador.

Tampoco los jugadores de la Liga de Jujuy perciben un sueldo mensual y ante este parate obligado muchos se dedicaron de lleno a sus trabajos u otras cosas. «Por esa razón hay flexibilidad en los clubes que muchas veces se tienen que adaptar a la realidad de los futbolistas; como es pura pasión, nada rentado, somos conscientes que dependen de algún trabajo u oficio para sustentarse», dijo a Télam Fabián Belizán, entrenador del Club Atlético Gorriti, de la Liga Jujeña de Fútbol.

Así es la realidad de la veintena de clubes jujeños afiliados, aunque algunos como Zapla o Talleres de Perico pueden ayudar a sus futbolistas de la primera división «cuando hay una buena recaudación o a través de un sponsor pero está lejos de ser sueldo», dijo el DT de la entidad que fue la primera del país en regresar en mayo a los entrenamientos hasta que volvió a suspenderse la actividad.

Uno de los futbolistas de Gorriti, Paul Velázquez, es propietario de un negocio de comestibles en Palpalá del que depende para subsistir: «La mayoría de mis compañeros trabajan como yo, y se entrenan en el club por amor al fútbol; hoy vivo de mi negocio que abrí por los ahorros que tenía de cuando jugaba en otros equipos y nos pagaban algo por clasificar o avanzar en algún torneo importante», dijo el mediocampista.

En Tucumán, la suspensión del fútbol por la pandemia dejó a unos 7.000 jugadores -según los registros de la Liga local de todas las categorías- sin actividad y profundizó la crisis de un sector cuyos ingresos son mínimos ya que la competencia provincial es considerada amateur.

Sin embargo, muchos clubes asisten con retribuciones mínimas a los que forman parte de los planteles superiores, aunque muchos otros juegan y trabajan en paralelo.

«Estuve varias semanas deprimido porque veía como la temporada estaba perdida, pero de a poco y con la ayuda de los amigos pude salir del pozo y ahora me dedico a hacer algunas ‘changas’ para ayudar en casa», comentó Gustavo Aún, arquero de Deportivo Marapa, uno de los clubes afiliados a la liga local.

En Neuquén, la liga de fútbol (Lifune) cuenta con la participación de 23 equipos en sus dos divisiones conformados por jugadores semi profesionales, que en su mayoría trabaja en distintas actividades aunque perciban sueldo de sus clubes que son muy bajos.

Ceferino Arregui, de 26 años de edad, arquero del Club Atlético Independiente es uno de ellos. Perdió su trabajo en una metalúrgica debido a la pandemia y junto a un hermano. Con el apoyo de su padre abrió una carnicería en la ciudad de Neuquén hace pocos días. Arregui dijo a Télam: «Siempre laburé porque acá hay que rebuscárselas como se pueda para mantener a la familia».

Juan Iurino es un jugador de fútbol del Club Sol de Mayo de Viedma, que participa del «Federal A» y en dialogo con Télam contó: «El único trabajo que tengo es este y si ellos no nos ayudaban, yo me volvía a Buenos Aires a trabajar con mi papá que tiene una panadería».

Por último, los jugadores del torneo regional amateur (ex Federal B y C), en general no perciben remuneración para jugar en los clubes de Chubut y su sueldo lo obtienen en trabajos que realizan en paralelo para sustentarse.

En esas ligas los jugadores cobran entre $5.000 y $10.000 pero sin contrato, por lo que en su mayoría se interrumpió el pago durante la pandemia.

«Si bien nunca viví del fútbol a mí se me complicó mucho porque soy profesor de educación física y tengo a mi cargo una escuelita infantil de la que cobramos en base a lo que aportan los padres y muchos de ellos dejaron de pagar la cuota por lo que nos deben abril, mayo y lo que resta de junio», explicó a Télam el mediocampista del Club Atlético Germinal de Rawson, Martín Bataller.