Hace 12 años, Victoria Bustos salió de trabajar y pisó un panfleto de una velada boxística en el Club Alberdi. El papel llamó su atención y decidió ir a ver por primera vez en su vida las noches de cuadriláteros. Tras ese día, tomó el teléfono, llamó al club y habló con Tito Unzua, en ese entonces entrenador de la institución. Y desde allí no paró hasta ser campeona del mundo, la única rosarina con ese título.
“Yo puedo ser campeona del mundo”. Esas fueron sus primeras palabras aquella primera noche en el club de Aráoz, recordó Victoria Bustos a CLG. Luego, cuando habló con el entrenador, y con el paso del tiempo, rememoró con gracia su primer contacto: “Llamé porque quería entrenar y él (Unzua) me dijo que no entrenaba mujeres, ahí le dije que se iba a arrepentir porque iba a ser campeona del mundo”.
Cuando al día siguiente se encontró con su primer entrenador, quien ella define como su ídolo, Tito le preguntó cuántas peleas tenía Bustos. Ella, siguiendo con la sonrisa en su rostro, lanzó: “Nunca había entrado a un gimnasio y no sabía cómo se le pegaba al punching”.
La promesa: Luego de la tercer pelea como amateur, su entrenador Tito Unzua, le regaló una pulsera que acompañó con un “tomá, cuando seas campeona del mundo me la devolvés”. Ahora, cada vez que Tito ve a Victoria los ojos lloran de felicidad. “Cuando fue campeona del mundo, fui y se la devolví. También le llevé el título a su casa”, narró Bustos y completó con la importancia del ex entrenador en su carrera: “Se tiene que sentir orgulloso porque él también me sacó campeona”.
En 2013 se puso el cinturón de campeona de la Federación Internacional de Boxeo en peso ligero, el cual defendió en cinco ocasiones hasta 2018. “Estoy muy feliz y nunca pensé que iba a llegar a tanto. El cariño que la gente que me da es lo más grandioso”, expresó la boxeadora.
CLG fue hasta el Club de Boxeo Mar del Plata, donde Victoria entrena de cara a la segunda pelea en tierras extranjeras del sábado 30 de noviembre ante la noruega Cecilia Brækhus. Allí entrena junto a todo su cuerpo técnico los 365 días del año, Rodolfo «Roli» Cañete Mikoliunas y el preparador físico Edgardo «Ruso»Arriaga, además del promotor Osvaldo Rivero. “Son mi sostén, saben más cosas que en mi casa”, suscribió.
La boxeadora explicó que si “visión” fue más allá del momento, supo siempre que era difícil el camino pero no imposible. Reconoció que hay situaciones límites pero sabe que todos los deportistas “empezaron igual o peor”. “Nada es imposible”, sostuvo Bustos y agregó: “Más allá de que cueste y un montón de barreras, si se está enfocado se llega”.
Victoria no puede divisar la magnitud de lo conseguido, ella es la única campeona de Rosario en Boxeo. Sigue con su vida normal, compra el pan en el mismo lugar, trabaja en la empras familiar con su hermano Hugo y entrena tres veces por día, como si recién tuviera sus primeras peleas.
El cinturón tiene valor doble, por vencer, por defender y porque era el sueño del padre, Víctor Hugo: “Cumplir un sueño junto a mi papá y no hubo mejor cosa en lo personal que él me vea campeona del mundo”.
Luego de la pelea consagratoria comenzó a recibir saludos de personalidades del boxeo como Maravilla Martínez, Erick Morales, Oscar de la Olla o el periodista Walter Nelson. “Más allá de todo eso, el saludo más importante fue el de mi papá y que me diga que soy su ídola”, manifestó.
En cambio, su madre Nora Tombesi, está en la otra esquina: “Ella sufre muchísimo y me dice que no ve la hora que me retire”, suelta la risa Victoria y lo desmenuzó con claridad: “La miro y le digo, esto me hace feliz”.
Cinturón, arriba y abajo del ring: Cuando en 2013, Victori Bustos se abrochó el cinturón de campeona del mundo de peso ligero obtenía su primer gran logro, pero ella misma admite que no es el más importante: “Para mí fue el primero, el titulo rosarino, el que gané en mi ciudad”. Pero se bajó del ring, se sacó los guantes y como Victoria misma dice ganó “la vida”: “El continuar viviendo, el tratar de salir adelante, el ser mejor persona, crecer en lo personal y en el conocimiento, trato de aprender y mejorar día a día”.
Situaciones similares vive cuando llegan los primeros boxeadores por primera vez, acompañados de sus padres temerosos por la exposición física del deporte. “A esos les digo que acompañen y que hagan crecer el sueño”.
Generalmente, relató la rosarina que hoy se radica en Granadero Baigorria, los que llegan a un gimnasio lo hacen por primera vez y no conocen el boxeo. El deporte está instalado hace más de 100 años entre los varones y, según la boxeadora, “explicando” no cambias la mirada, pero “sí invitándolos al gimnasio y que vengan a ver los entrenamientos”.
Otro de los combates que pelea Bustos y la sociedad es fomentar el boxeo entre las mujeres. Si bien “la mujer ha crecido muchísimo”, sostiene la rosarina, cuando las pioneras arrancaron no imaginaban encabezar festivales en estadios históricos como el Madison Square Garden. “Demostramos que estamos a la altura y hacemos lo mismo que los varones”, afirmó y le añadió particularidades: “Algunas trabajamos, otras son madres”.
El futuro: Victoria Bustos cumplirá 31 años en enero y a pesar de que su carrera está en pleno auge ya mira el futuro. “Me gustaría, más adelante, meterme en la parte deportiva política para abrir un centro grande donde los chicos tengan un lugar donde comer y practicar el deporte”, reveló a CLG. La misa boxeadora no se ve en el rol de entrenadora, aunque no lo descarta ya que su objetivo es que la gente” se interese por el deporte”.
Vivir del deporte es difícil en Argentina, para la boxeadora “todos viven la misma realidad” y por eso, al tener contactos con funcionarios públicos, le exige “apostar al deporte”: “En la misma ciudad de ellos tienen grandes figuras y chicos que pueden hacer historia porque el deportista justamente necesita que lo ayuden cuando nace, no cuando está desarrollado”.