Aunque su primer contacto con los «fierros» fue manejando tractores en el campo santafesino, Lole se subió por primera vez a un auto de competición en 1965: un Fiat 1500 del Turismo Mejorado, hoy Turismo Nacional. Ese día inició una trayectoria que lo llevó a la cima del automovilismo mundial.
Por José Pommarés
Aun cuando quedó en el umbral de ganar un Mundial de Fórmula 1, a tan solo un punto detrás del brasileño Nelson Piquet en 1981, Carlos Alberto Reutemann, un «campeón sin corona» como Stirling Moss, integra el podio de los máximos exponentes del automovilismo argentino a nivel mundial junto el balcarceño Juan Manuel Fangio, quíntuple monarca de la categoría reina, y el arrecifeño José Froilán González, también subcampeón.
Reutemann nació el 12 de abril de 1942, en Manucho, a 30 kilómetros de la ciudad de Santa Fe, en una zona rural donde su padre Enrique y su madre Flora Molina se dedicaban a tareas agrícolas con herramientas rudimentarias de la época para arar los campos y plantar trigo.
En su niñez, el futuro piloto colaboraba con ellos y siempre les pedía ir al corral de los porcinos: «Vamo’ a ver lolechones», anécdota de la que surgió su apodo mundialmente conocido: «Lole».
Ya a los doce años se trepaba al tractor y a duras penas llegaba a los pedales, pero se animaba a transitar con el armatoste en la tierra despareja para abrir los surcos con un vetusto arado a la espera de las semillas de maíz que sus padres esparcirían en esa tierra fértil.
De mozo y con la mente puesta en el automovilismo, pese al rechazo de sus padres a que corriera, se subió a un Fiat 1500 cuatro puertas de Turismo Mejorado (hoy Turismo Nacional) en una carrera entre La Cumbre y Alturas de Punilla, el 30 de mayor de 1965.
Aquella competencia la abandonó pero «Lole» se quedó con la sangre en el ojo y el 11 de julio de ese mismo año corrió su segunda prueba organizada por el Automóvil Club Argentino en Carlos Paz y ganó por primera vez.Un año después se le animó a la Mecánica Argentina Fórmula Uno, y compitió con un De Tomaso-Fiat.
Corría el año 1968 cuando el santafesino le escribió una carta de puño y letra al mismísimo Oscar Gálvez, quíntuple campeón de Turismo Carretera, pidiéndole tripular un Ford Falcon del equipo oficial.
Gálvez, director de la escudería, lo convocó y quedó satisfecho con la prueba. Reutemann se subió al Falcon rojo y junto con el italo-argentino Carmelo Galbato dieron pelea a las «Liebres» con motor Tornado de Eduardo Copello y Gastón Perkins, y al «Trueno Naranja» de Carlos Pairetti, campeón de esa temporada.
Muchos se preguntaron por qué Reutemann quería correr en TC y él respondió: «Porque voy a ir a Europa y allá ese contacto con Ford me favorecería ya que estaban dominando la F1 con el motor Ford-Cosworth y en Sport Prototipo triunfaban con el GT 40».
El 28 de julio de 1968, ante un autódromo municipal (hoy Oscar y Juan Gálvez) que explotaba, Reutemann ganó una serie y salió cuarto en la final, y les mojó la oreja a históricos del TC como Carlos Pairetti, Juan Manuel Bordeu, Gastón Perkins, Carlos Marincovich, Eduardo Copello y Héctor Gradassi.Corrió sólo 14 competencias en el TC, y su mejor resultado fue un segundo puesto en el autódromo porteño, el 25 de mayo de 1969.
El desembarco en Europa
Ese mismo año comenzó en la Fórmula 2 con un BWA-Fiat, en una prueba en el autódromo de Buenos Aires, y después llegó el primer triunfo en el autódromo Oscar Cabalén de Alta Gracia, lo que le abrió las puertas para el sueño de viajar a Europa, ya que el ACA lo convocó para integrar su equipo de Fórmula 2 Europea.
El exmotociclista Benedicto Hugo Caldarella y Reutemann habían integrado el equipo del ACA en la Fórmula 2 de Argentina, y a comienzos de 1970 partieron a competir en la Fórmula 2 Europea en el equipo de la entidad de Avenida del Libertador, con el apoyo de la Secretaría de Estado de Promoción y Asistencia a la Comunidad (SEPAC).
Se adquirieron dos chasis Brabham BT30, y seis motores Cosworth 1.6 de 270 HP, y el 12 de abril, día del cumpleaños 28 de Reutemann, el equipo debutó en el circuito de Hockenheim, Alemania. Lole ocupó la séptima posición en la clasificación, que tuvo al austríaco Jochen Rindt al tope de la tabla.
La carrera se dividió en dos series y en la primera Reutemann salió décimo, tras un encontronazo con Rindt, y en la segunda lideró hasta que faltando poco para el final un despiste lo relegó al noveno puesto final.
El austríaco preguntó: «¿De dónde salió este loco sudamericano que me tocó en la primera curva?». Presentado como un piloto de garra y coraje, el santafesino terminó 15to. en el campeonato.
En 1971 la campaña mejoró y Reutemann subió al podio en seis oportunidades: alcanzó el triunfo en Albi, Francia, con un BT36, y fue sub campeón del sueco Ronnie Peterson (March 712M-Cosworth), quien ganó cinco de las once pruebas del torneo.
Ese año, en el Gran Premio de Argentina de Fórmula 1, en una carrera sin puntos, Reutemann se subió a un Mc Laren, tras lograr la «pole position», y culminó tercero del neozelandés Chris Amon (Matra), y el francés Henry Pescarolo (Williams).
Pero no solo en monopostos a nivel mundial corrió Reutemann, ya que también lo hizo en el Mundial de Rally, y la primera incursión en el WRC coincidió con el debut de la prueba argentina en 1980, con un Fiat 131 Abarth con el que terminó tercero por caminos de Tucumán y Catamarca.
La segunda experiencia de Reutemann fue cuando ya estaba retirado, aunque con el talento intacto, repitió el tercer lugar con un Peugeot 205 Turbo 16 en Córdoba.
La posibilidad de volver a correr en el Mundial de Rally surgió de una iniciativa del francés Jean Todt, actual presidente de la Federación Internacional del Automóvil y que en esa época era responsable del equipo oficial Peugeot.
«Lole» ya era una leyenda del automovilismo argentino por sus 11 temporadas, 146 Grandes Premios, 12 victorias y 45 podios en la Fórmula 1.