Pasaron casi 13 años desde que Juan Curuchet y Walter Pérez lograron la medalla de oro en la prueba Madison de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. En diálogo con Télam, el marplatense recordó: «La noche anterior soñé que era campeón».
Por Walter Vargas
Cómodo en su piel, felizmente abocado a una vida rural en compañía de su numerosa familia en las afueras de Mar del Plata, en Batán, Juan Esteban Curuchet evoca una sobresaliente trayectoria que incluyó 70 premiaciones internacionales y en particular la medalla dorada junto al matancero Walter Pérez en la prueba Madison de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008: «La noche anterior soñé que era campeón».
El 19 de agosto de hace 13 años, Curuchet-Pérez escribieron una página ora inesperada, ora excepcional, en una agotadora prueba en la que postergaron a los españoles Joan Llaneras-Antonio Tauler y a los rusos Mijail Ignátiev-Alexei Markov.
En el caso del marplatense, el dato añadido relevante estribó en que había cumplido 43 años el 4 de febrero y transitaba la última
etapa de su carrera.
A días de iniciarse la justa olímpica en Tokio, Curuchet brindó una jugosa entrevista a Télam:
– Télam: Es el deportista argentino de mayor participación olímpica: ¿Podría evocar sus sensaciones y calidad de su rendimiento en los Juegos de Los Ángeles ’84, Seúl ’88, Atlanta ’96, Sydney 2000, Atenas 2004 y Beijing 2008?
– Curuchet: Hice seis, claro. En estos juegos me superará Santiago Lange, con siete. Felicitaciones a Santiago. Cada uno fue muy importante en mi carrera deportiva, principalmente porque cada uno de ellos fue un escalón para lograr algo grande. En el 84 tenía 19 años: el disparador que me dio ese sueño de saber que podía ganar una medalla olímpica. Yo no decía «el oro». El sueño de todo deportista es ganar una medalla. El oro es aquello máximo que se ve lejano. El crecimiento de cada juego fue llevándome al otro y también a tener tantas medallas internacionales. Cada una de ellas tienen un por qué.
– T: ¿Y de la epopeya de Beijing 2008 qué recuerda? ¿Su compañero Walter Pérez y usted pensaban que la gloria era posible?
– C: Lo que me gusta de las entrevistas, además de la entrevista en sí, es dejar un mensaje para los que vienen. Creo que un deportista no debe prepararse con la mentalidad de «si la gloria es posible». No, la gloria va a ser posible. Es la convicción de que lo vas a lograr. Que vas alcanzar tu sueño máximo. Esa convicción, que vas a lograr una medalla olímpica, es lo que hace que cada día seas más profesional y cada día cuides más los detalles y que cada día estés más comprometido con el sueño. Jamás uno tiene que ir a un evento internacional con la mentalidad de que a lo mejor es posible. No. Lo que pasa es que los deportistas somos muy cautos cuando los medios nos preguntan qué objetivo nos habíamos fijado. La actitud positiva es la de la convicción en el triunfo, pero solemos decir «bueno, vamos a ver qué pasa» como cubriéndonos, como encubriendo la verdadera sensación de que vas a lograr tu objetivo y ni hablar en un JO.
– T: ¿Qué registro atesora de esa extenuante prueba Madison de 200 vueltas?
– C: Todo. ¿200 vueltas? Todo. Recuerdo todo. Que la noche anterior soñé que era campeón olímpico, el despertar a la mañana, las pastas que nos habíamos hecho, el comienzo de la carrera, las últimas vueltas, todo. Muy grabado todo. ¡El logro de mi vida! El más importante de una carrera de 28 años. Está todo en mi cabeza.
– T: -En el último tramo, ¿temió el sprint de rusos y españoles?
– C: Cuando llegamos a la última vuelta el podio estaba prácticamente cerrado, aunque los belgas, que venían atrás, apuraron bastante. Nosotros sabíamos que éramos más rápidos que los rusos y los españoles. Había sido una estrategia que dio resultado: llegar al último tramo sin tener que pelear el lugar con corredores más fuertes que nosotros.
– T:¿Es consciente de su carácter de deportista argentino legendario?
– C: Nunca lo pensé así. Fui detrás de un sueño y ese sueño hizo al atleta al que hoy se reconoce. La sociedad, el periodismo… Fue tan grande el logro que Walter (por Pérez) y Juan trascendimos al deporte mismo, que tanto amamos y nos llevó hasta ese lugar. Quedamos en la historia del deporte y eso es muy lindo. A veces me preguntan si soy famoso. Y no, la verdad es que no, que no soy ni somos famosos. Los deportistas amateurs somos reconocidos. Saben de dónde salimos, cómo salimos. El pueblo argentino, al ser tan sufrido, entiende lo que significa el sacrificio que hace un deportista amateur, se identifica y te lo reconoce. Eso es muy lindo. Entonces, legendario, no sé. Famoso, no. Reconocido sí.
– T: ¿Qué es de su vida en este tiempo? ¿Cómo transcurren sus días?
– C: Tenemos una pequeña empresa de eventos con mi hermano Gabriel. Asesoramos diferentes eventos, aunque ahora, por la pandemia, está un poco frenado. Vivo en el campo, en Batán, estación Chapadmalal, partido de General Pueyrredón. En realidad todos los Curuchet vivimos ahí. Muy tranquilos. Rodeados de verde. Estaba soñado hace muchísimos años. Hasta mi papá y mi mamá viven acá. Disfrutamos de una vida muy tranquila.
– T: ¿Cómo evalúa su experiencia en las arenas políticas como senador del Frente Para la Victoria?
– C: Fue una muy buena experiencia. La política da una experiencia más, aunque no sea lo propio de un deportista. Y como legislador hice unas cuantas cosas que me gustaron. Gestiones de infraestructura en Mar del Plata que ayudaron a transformaciones que contuvieron a mucha gente. Hay que perseguir los sueños. Sobre todo a los jóvenes me gusta transmitirles eso: que sueñen, que sueñen en grande, que los sueños se pueden cumplir, que no dependen de los otros, que dependen de nosotros. Que no importa cuánto tenés, sino qué es lo que vos querés como sueño. Messi, por ejemplo, jamás aflojó, siempre buscó, fue por su sueño, siempre en el mismo camino, siempre perseveró y hoy tiene uno de los títulos que más quería y ahora irá por el del título mundial. A soñar en grande, como Messi y tantos otros.