El juvenil volante de Colón, Brian Farioli, habló de sus comienzos, el camino recorrido, su anécdota en la final de la Sudamericana y los sueños que asoman

Brian Farioli está dando sus primeros pasos en el plantel superior de Colón y como el resto de los juveniles, tiene muchas esperanzas de seguir creciendo con el regreso de Eduardo Domínguez.

En la cuenta regresiva rumbo a los 115 años, el volante ofensivo charló en el Instagram Live oficial y reconoció que «estoy acá adentro como todos, soy de Liceo Norte, en el norte de Santa Fe. Vivo con mi mamá y tengo un hermano. Intentando entrenar todos los días como la mayoría de los planteles».

Más adelante, recordó que «arranqué en la Escuelita de Santa Fe FC, mi infancia la hice ahí hasta los 11 años que pasé a Colón. Estuve en inferiores con algunos chicos que se fueron como Julián Chicco, Matías Roskoff. Los profes eran Fede De la Croce y Martín Sánchez».

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Independientemente de los partidos oficiales que pudo jugar en el primer trimestre del año, hay una anécdota muy particular con Farioli que sucedió en ocasión de la final de la Copa Sudamericana.

«Es medio raro lo que pasó porque organizamos el viaje con los que quedamos afuera y viajamos en el auto de Mauro Da Luz junto a Hernández y Garcés. Salimos un día antes que el plantel y la familia de Chelo Estigarribia nos alojó en Asunción. Nos quedamos a dormir y al otro día me despiertan con mensajes, me llaman compañeros que me tengo que presentar en el hotel porque se había lesionado Aliendro».

Y luego, acotó: «Fue algo inolvidable. Al principio creí que era una broma, pero después veo la noticia en todos lados y le pedí a Mauro que llevé por favor a la concentración. Yo fui como hincha de Colón y me encontré con un lugar en el equipo que disputó la final».

Antes de su despedida, Farioli no dudó en expresar que «ojalá pueda ser como Conti o tantos otros que jugaron en Colón. Mi anhelo es quedar marcado en la historia de Colón y darle algo al club. Esperemos tener muchas alegrías».