Los deportistas argentinos, tanto amateurs como profesionales, demostraron su fortaleza en el año de la pandemia y también ejercitaron el ingenio para entrenarse en situaciones adversas durante el confinamiento.
Por Jerónimo Granero
Los deportistas argentinos, tanto amateurs como profesionales, demostraron su fortaleza en el año de la pandemia y también ejercitaron el ingenio para entrenarse en situaciones adversas durante el confinamiento.
Carlos Gats, Pablo Añon y Federiconi Baroni, prestigiosos preparadores físicos de nuestro país, analizaron con Télam el año de los deportistas argentinos en un contexto difícil por la pandemia de coronavirus.
Desde fines de marzo, cuando se decretó el inicio del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) en Argentina, fue habitual ver a deportistas argentinos entrenándose en sus casas tras la suspensión de las competencias y en medio de la incertidumbre de no saber cuándo y cómo iban a poder retornar a la normalidad.
Fueron casi tres meses de angustia pero también de superación y así lo demostró Paula Pareto, campeona mundial y medallista olímpica de Judo, que reemplazó la barra fija por una mesa desayunadora en un departamento de dos ambientes y armó un gimnasio en el lavadero para compartir sus nuevas rutinas mediante videos en su cuenta de Instagram.
También fue un desafío para Sebastián Rossi, representante olímpico de canotaje slalom en Londres 2012 y Río de Janeiro 2016, que en pleno invierno se entrenó en la pileta de la casa de su novia para mantenerse activo e intentar suplantar su entrenamiento habitual.
Los avances tecnológicos también fueron de gran ayuda para los deportistas ya que, además de la plataforma Zoom para reunirse virtualmente con compañeros, preparadores físicos o entrenadores, el entrenamiento con simuladores fue clave para el caso de la tiradora Fernanda Russo, la representante más joven de Argentina en Río 2016.
Antes de viajar a su La Rioja natal, la joven Russo utilizó en su departamento porteño un simulador de tiro de seis metros (cuatro menos que su categoría) que le permitió hacer ejercicios de puntería y evitar que la falta de entrenamiento presencial afecte su rendimiento.
En otras situaciones, hasta que se pudo coordinar la ayuda del Enard con la entrega de los elementos y materiales para entrenarse, los y las deportistas tuvieron que utilizar el ingenio para armar pesas con palos de escoba o bidones de agua.
La pandemia también generó frustraciones para deportistas que estaban acostumbrados a un día a día que tuvo un lento camino hacia la habitualidad como la joven nadadora Delfina Pignatello, quien hasta llegó a analizar la posibilidad de retirarse a los 20 años.
«Llevo 11 semanas sin entrar a la pileta, es el récord mundial de no poder nadar», lamentó la tricampeona panamericana a principios de junio, unos días antes de la autorización especial que extendió el Gobierno para los atletas olímpicos.
Detrás de los y las deportistas estuvieron los preparadores físicos que fueron el «sostén» y los ideólogos de las rutinas que, en algunos casos, se llevaron a cabo en condiciones insólitas para un profesional del alto rendimiento.
«El proceso fue muy dificultoso porque no es lo mismo entrenarse en dos metros cuadrados, en balcones, en comedores o habitaciones. Algunas tenían parque, otras no. También, al principio, hubo que fabricar peso con mochilas y palos de escoba con botellas o baldes. No fue bueno pero destaco la voluntad y las ganas de seguir», relata Pablo Añón, preparador físico de «Las Panteras», el seleccionado femenino de voleibol.
Carlos Gats, uno de los mejores velocistas de Argentina con récords nacionales en 100 y 200 metros y hasta hace poco el preparador físico del seleccionado de hockey sobre césped femenino, «Las Leonas», remarca que «el manejo de la incertidumbre» fue uno de los mayores contrapuntos en el inicio de la pandemia.
«Las chicas venían muy bien de cara a los Juegos Olímpicos pero a muchas les dolió el cambio de fecha porque tenían planeado que iban a ser los últimos, como el caso de Carla Rebecchi, que decidió no seguir», ejemplica Gats, en referencia al anuncio que dio hace unos días la experimentada delantera.
El caso de Rebecchi no fue el único ya que la pandemia anticipó el retiro de futbolistas de élite como Javier Mascherano, Gonzalo Rodríguez, Fernando Gago y Gastón Fernández.
«Para nosotros el desafío era que los jugadores se sientan acompañados por parte del staff de la selección y para ellos era no perder la forma física dentro de las posibilidades que tenía cada uno», comenta Federico Baroni, preparador físico del seleccionado masculino de voleibol.
«El proceso fue muy dificultoso porque no es lo mismo entrenarse en dos metros cuadrados, en balcones, en comedores o habitaciones. Algunas tenían parque, otras no. (…) No fue bueno pero destaco la voluntad y las ganas de seguir»
PABLO AÑÓN, PREPARADOR FÍSICO DE «LAS PANTERAS»
Luciano De Cecco, uno de los integrantes del plantel, atravesó el inicio de la pandemia en Italia y en varias oportunidades compartió imágenes de los entrenamientos que hacía junto a su pareja, la tenista Paula Ormaechea.
«Todo momento difícil representa una oportunidad y la incertidumbre es la adversidad a superar. Cuando era atleta me entrenaba en las peores circunstancias, para un velocista correr con lluvia o frío no representaba el mejor escenario pero cuando me tocó un clima adverso en competencia me fue bien porque estaba acostumbrado», recuerda Gats, quien en 1998 quebró sus propios récords en los 100 y 200 metros llanos.
Seguramente la pandemia del coronavirus se contará en la historia, fundamentalmente, haciendo hincapié en los contundentes datos epidemiológicos representados en palabras como enfermedad, muerte, ausencia, aislamientos, distancia, barbijo, vacuna.
Sin embargo y felizmente, no serán las únicas que quedarán porque en algunos capítulos se contarán con otras como fortaleza, superación, determinación, lucha, entrega. Y esos párrafos, sin ninguna duda, serán los que contengan la historia de muchos deportistas argentinos.
Fuente: Deportes Telam