Según la ONG santafesina «Ni un pibe menos», la salida de las adicciones y consumo de droga de los jóvenes es a través de organizaciones como los clubes

A partir de la muerte de 22 personas por envenenamiento de cocaína adulterada en la provincia de Buenos Aires, se reavivó el debate por las causas y las soluciones al problema del consumo de droga, las legales e ilegales en los jóvenes de Argentina.

En diálogo con el programa Todo en UNO (de 7 a 9 en UNO 106.3), el integrante de la ONG “Ni un pibe menos”, Pablo Landó, advirtió: “Que no crea la dirigencia política de la provincia de Santa Fe que esto es un problema importado, que es algo ajeno a la realidad que vivimos”.

“Desde nuestro trabajo más de una vez a este tema lo hemos anunciado y denunciado. Se ha configurado en la Argentina una pandemia social de consumo de sustancias psicoactivas cuando unimos las legales con las ilegales”, afirmó Landó, describiendo tres elementos fundamentales.

Uno de ellos es el desarrollo exponencial del narcotráfico, directamente relacionado con la falta de controles. “Tenemos un Senasa que ha quedado desarticulado en los puertos del sur de la provincia de Santa Fe, cuyos dueños son de bandera extranjera, y que son directamente zona franca donde nadie controla lo que entra o lo que sale”, ejemplificó.

“Hace no más de 10 meses o un año apareció una denuncia hecha desde Europa, no desde la Argentina, de un contenedor con 16 toneladas de cocaína que salió por el río Paraná”, explicó Landó, y afirmó que según la ONU nuestro país es el segundo exportador de metanfetamina y la tercera exportadora de cocaína.

El segundo punto a considerar es el terreno fértil en materia socioeconómica que tiene el narcotráfico para crecer. “La enorme oferta de sustancias que hace negocio con la vida de nuestros pibes es otro de los elementos que configuran esa pandemia, es una vulnerabilidad social muy grande, donde tenemos indicadores altamente preocupantes”, dijo y advirtió por la situación de pobreza, la desocupación, la depreciación del poder adquisitivo y la lenta salida de la emergencia sanitaria que tiene el país.

“Un tercer elemento es la cultura tóxica consumista propia de este sistema capitalista, que cuando se une elabora la ecuación adictiva que conforma esta pandemia social”, agregó. “Cuando se carece absolutamente de todo se consume para olvidar. Las carencias siempre son múltiples y no solo son materiales; a veces también son simbólicas, a veces son subjetivas, a veces son afectivas”, añadió.

La respuesta del Estado
Este escenario se da en el país y en nuestra provincia, y según Landó, las políticas públicas y las autoridades siempre llegan tarde. “Llegan más para mostrar algún tipo de respuesta frente a la conmoción que por un verdadero interés por poder abordar el problema”.

“Lamentablemente este no es un problema del conurbano ni un problema de Rosario. Acá en nuestra propia ciudad la situación es alarmante”, afirmó.

El dirigente, quien además fue candidato a concejal por el partido “Soberanía Popular”, opinó que si el problema se aborda solo desde la lógica de seguridad va a fracasar como lo pasó en los últimos años. “El negocio del narcotráfico se hace en una red política, judicial y policial. Se demuestra en los hechos cuando se investiga que en casi del 80% de las bandas hay participación policial, y cuando se rasca más arriba aparecen jueces y cuando se rasca más aparecen políticos. Entonces, desde ese punto de vista tenemos un terreno que es muy fértil para que este negocio que especula y que hace ganancias millonarias con la vida de los jóvenes, pueda desarrollarse”.

“Cuando hablás con cualquier vecino te van a indicar la preocupación que tienen porque en la cuadra hay por lo menos dos lugares de venta y eso genera la violencia que se desata por el control del mercado”. Según un estudio realizado en 2019 por un grupo de profesionales de la UNL, uno de cada dos jóvenes concentrados en ocho barrios del cordón oeste de la ciudad habían recibido ofertas de sustancias; nueve de cada 10 sabían dónde se vendía en el barrio y seis de ellos sabían directamente dónde conseguirla.

“Hoy consideramos que la situación es más que grave y que debe haber política pública y recursos destinados en torno a esos objetivos”, dijo Landó y agregó: “Hay que sacar el acceso fácil, inmediato, gratuito casi, que tienen en la esquina a un arma de fuego o una sustancia como proyecto de vida, a la nada”.

Una salida posible
Para el vocero de la ONG, las instituciones barriales son la clave para revertir esta situación. “El consumo es la práctica más individual: soy yo y la sustancia”.

“El deporte es una herramienta maravillosa para poder contrarrestar esa cultura consumista tóxica”, puntualizó, aunque también destacó la acción de centros culturales, vecinales y comedores. “La práctica colectiva por sobre lo individual, la solidaridad por sobre el egoísmo”, fueron sus palabras.

Es así que desde “Ni un pibe menos” se apuesta a la prevención comunitaria y el trabajo en red, vinculando el centro de salud, la escuela, los clubes, las iglesias de distintos credos, y las vecinales.

“Los dirigentes deben poner los recursos para acompañar esos lugares que son los que hoy están conteniendo. Hay determinadas instituciones donde por la pandemia mucha gente que aportaba el manguito dejó de hacerlo, por lo tanto están con toda una ingeniería de ver cómo se reconstruyen, y por ahí aquellos clubes que estén en algún nivel de competencia, tipo la Liga Santafesina o ligas federadas, tienen un costo y una parte de la población no puede acceder”, advirtió.

Finalmente, Landó contó que hay alrededor de 200 instituciones en Santa Fe “llenos de héroes anónimos” que son los que contienen esta situación. “Son los que sin ninguna política pública abrazan a los pibes desde una disciplina que les permite contrarrestar uno de los elementos centrales del consumo”.

“En los clubes está la clave para poder revertir en gran medida esta situación que es muy delicada, pero tenemos por dónde revertirla”, concluyó.