La desigualdad en los premios, las barreras para iniciarse en la disciplina por la falta de infraestructura, la discriminación y denigración constante, ser madre sin abandonar la disciplina, el abuso y el acoso son algunos de los principales temas del diálogo entre cinco atletas que reunió LA NACION en el día de la mujer. Ellas son la boxeadora pentacampeona mundial Alejandra «Locomotora» Oliveras, la cuatro veces olímpica Jennifer Dahlgren, la capitana de la selección de rugby Sofía González, la jugadora de tenis mesa adaptado Giselle Muñoz, que participó en cinco Juegos Paralímpicos, y la arquera de la selección argentina Laurina Oliveros. Una charla que evidenció cuán lejos se está aún en el deporte de igualar los derechos de los hombres y cuya desequilibrio comienza desde el inicio.

Alejandra Oliveras: -Arranqué por mi admiración a Mike Tyson, en Alejandro, un pueblito al sur de Córdoba. Me di cuenta que el boxeo era lo mío cuando sonó la campana. Esa adrenalina que sentí es la misma que siento cuando entro a boxear. Viví violencia de género a los 15 años, estaba embarazada. La mujer tiene que aprender a defenderse y para eso tiene que entrenase. Porque si vos entrenás tu cuerpo y sos fuerte, te querés. Porque si te cuidás es porque te querés. El me pegaba porque se enojaba. No le gustaba algo y me pegaba. Entonces empecé a entrenarme a escondidas. Y una noche, cuando me iba a pegar, tenía 10 años más que yo, le pegué primero y cayó sentado. Ese día me di cuenta que la mujer no es menos que el hombre. Salí de ese miedo que tenía. Sentí muchas barreras en el boxeo. Hay discriminación, el mundo es machista. El machismo mata. Si yo fuese hombre sería millonaria, pero no. No quieren que la mujer iguale o pase al hombre. El sueño mío es la igualdad.

Sofía González: -Arranqué a los 9 años. Tengo 23 y jugué toda la vida al voley. Mi mamá tenía miedo de que me lastimara. Así que las primeras veces que fui a entrenarme a rugby le decía que iba a voley. Hasta que un día llegué un poco raspada y ahí le tuve que contar. Me dejaba pero tenía mucho miedo. En el colegio me preguntaban por qué hacía un deporte de hombres.

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Jennifer Dahlgren: – Empecé a los 5 años jugando al fútbol en Estados Unidos e hice muchos deportes viviendo allá. Cuando me mudé a Argentina me pasó que me ponía a jugar al fútbol en el recreo y los varones no querían dejarme ese espacio y las mujeres hacían comentarios como «no ves que sos una machona». Mi cuerpo acá era raro, deforme. Los chicos me decían gorda. Un día volví del recreo y habían dibujado una heladera de dos puertas con mi nombre y todos se reían. Y lo terrible para mí era que yo ya tenía mis inseguridades. Y lo que hace el bullying es potenciar las inseguridades. Fue al mismo tiempo en el que yo empecé a hacer lanzamiento de martillo. Y en ese espacio mi cuerpo era mi ventaja. Hasta hoy me llegan comentarios feos: por ahí un chico en el subte me dice: «ah, sos mucho más grandota de lo que parece en la tele». Y si bien soy atleta y mi cuerpo es mi trabajo, eso no implica que el otro pueda opinar sobre él. Me parece nefasto.

AO: -Es verdad. En un programa de televisión me preguntaron «¿vos sos hombre o mujer?». Ser mujer no significa ser flaquita y mostrar el culo. Ser linda y ser fea es relativo, la belleza no existe. Tenemos que sacarnos ese preconcepto y ser libres. Y vamos a ser más felices.

Laurina Oliveros: -Me siento muy identificada con Jenny. A los 5 años me fui a vivir a Estados Unidos con mi familia y a los seis meses de haber llegado le dije a mi papá que quería jugar al fútbol. Arranqué como delantera y a los ocho años dije «bueno, voy al arco» y sentí que era mi lugar en el mundo. Allá no tuve ninguna barrera. Y acá hasta el día de hoy se sienten. Pertenecer a AFA es como tener el freno de mano puesto todo el tiempo. En 2012 fuimos al mundial sub 20, salimos segundas en la Copa América y nadie se enteró. Pedimos un par de medias y no te lo pueden dar. Y pedís ropa y te dan masculina. Los shorts de basquet. Es muy difícil.

AO: -¿Y ganás lo mismo que Sergio Romero? (risas).

LO: -Yo trabajo, no vivo del deporte. La diferencia de los presupuestos que maneja AFA entre mujeres y hombres.

AO: -A una compañera le ofrecieron $30.000 por un título del mundo de la AMB. Cuando el Chino Maidana, que ganó su título en esa entidad, le pagaron millones. Así nunca vamos a tener su nivel.

JD: -No tenemos infraestructura como los hombres para arrancar desde muy chicas en estos deportes. Desde muy pequeños nos inculcan que los nenes son los campeones y las nenas son las muñecas.

Gisele Muñoz: -Hago tenis de mesa adaptado, tengo una hemiplejia de nacimiento. Arranqué por rehabilitación y a los 12 años tuve mi primera competencia. Tengo una nena de cuatro años. Cuando ella cumplió los seis meses sí o sí tenía que participar de dos torneos seguidos para poder participar del mundial al año siguiente. Me fui a jugar ambos torneos y tuve un comentario de un compañero que me manda un mensaje: «felicitaciones por el torneo pero me parece que ya está tu carrera deportiva, tenés una hija y te tenés que quedar en tu casa a cuidar a tu hija».

LO: -Nosotras, en la selección, estuvimos de paro. No nos estaban pagando. En su momento tuvimos la beca del Enard y nos la sacaron, después de que salimos campeonas en los Odesur. ¡Si supiesen lo bien que nos vendría la beca!. Después de dos años de inactividad nos volvieron a citar. Fuimos, re bien predispuestas, y no nos pagan. Se acercó el presidente -Chiqui Tapia – y nos dijo: «Bueno, estamos teniendo un problema de números, pero la semana que viene les pagamos». Fuimos y no nos pagaron. Tenemos competencia dentro de un mes y volvimos a entrenarnos hace dos semanas. Es muy difícil que nos pueda ir bien si no nos dan las herramientas.

– Sofía, ¿encuentran diferencia entre la UAR y la URBA?

SG:-Hay mucha diferencia entre UAR y URBA. Es que es especialmente en Buenos Aires que son muy machistas. Son unos dinosaurios a los que es imposible sacarle de la cabeza que la mujer no puede jugar al rugby. Estamos viendo de pelear para que haya juveniles de mujeres en clubes de Primera, así se pueden desarrollar.

– ¿Conocieron casos de acoso en sus deportes?

JD: – En el atletismo sí han habido casos. Desde mujeres hasta chicas que fueron acosadas por un mismo tipo que la federación (CADA) encubrió por muchísimo tiempo. Y después, además, me contaron más casos con chicas de Sudamérica que también habían pasado por este tipo. A mí nunca me pasó nada, así que no quiero opinar de más. Pero lo que he hablado con las otras chicas es esta sensación de vergüenza de la víctima. La vergüenza tiene que ser de él, de tu ex pareja [le dice a Alejandra]. Pero la mujer es la que queda con un estigma cuando como sociedad tenemos que darlo vuelta y apuntar la vergüenza a quien corresponde. A esta persona de la Confederación finalmente la apartaron pero pasó un tiempo largo. Era jefe de equipo. Hasta que una chica lo denunció con su papá, y un entrenador la manipuló para que retirara la denuncia diciéndole que iba a perder su beca. Después llegaron otros casos con juveniles.

AO: -Después te dicen la culpa la tenés vos: «algo habrás hecho». A mí me pasó una sola vez. Fui a pedirle apoyo al presidente de una entidad para que aumentaran las bolsas de nosotras. Y él lo que me ofreció fue acostarse conmigo. Me mostró hasta su miembro… Yo decidí hacerlo público. Una falta de respeto hacia la mujer. Nos denigró. Esto me costó el título, tuve que cambiar de entidad y renunciar al título.

JD: -Y cuántas habrá que no lo denuncian…

LO: -Sé de un caso de un club, del que tampoco se habló nunca porque era una persona poderosa. Un día llega una compañera que tenía una cara terrible, me acerco y le pregunto. Y se larga a llorar y me dice que este hombre la manoseó y se quiso abusar de ella. Ella siguió, porque esta persona le dio casa, trabajo, estudio. Si hace algo sabe que se queda sin todo eso. Es el concepto de que es como un objeto, no digas porque te saco todo y tengo el poder y el control tuyo. Y está el temor a la denuncia por el miedo a perder lo todo.

Cómo ser madre y competir
«Ser madre es mi segundo gran sueño de la vida», dice Jennifer Dahlgren. Y agrega: «El primero que me nacía era el de los Juegos Olímpicos. La verdad es que admiro mucho a las mujeres que hacen las dos cosas juntas», elogia la lanzadora de martillo. La jugadora de tenis de mesa Gisele Muñoz, madre de una niña de cuatro años, rápidamente recoge el guante: «Es una cuestión de arreglarlo con la persona que tenés al lado y que te banque. Porque quien te acompaña tiene que entender que vos también tenés una vida, algo que te gusta». En el caso de Locomotora Oliveras, fue madre antes de iniciarse como boxeadora: «Si no, no hubiese podido criarlos, más siendo una madre separada», describe la cordobesa. «Es muy difícil ser mamá sola, sin dinero, deportista, y ser la número uno. Es mucho el tiempo que te requiere. Pero ellos son mi vida», sentencia Oliveras, madre de dos hijos de 20 y 24 años.