Colón había jugado mal el primer tiempo, pero en el segundo la historia fue diferente y terminó ganando con amplitud. El Polaco Bastía se mete entre los once titulares para recibir al irregular pero siempre respetable Lanús, el subcampeón de América.
El inoxidable Polaco. Adrián Bastía jugó un gran segundo tiempo en Bahía Blanca y se metió decididamente en el equipo titular que jugará este viernes ante Lanús. Su ingreso por Guanca será la única modificación en el equipo de Domínguez.
“En el entretiempo, Domínguez nos cagó a pedos”, dijo Javier Correa, una de las figuras de Colón en la desapacible tarde de sábado en Bahía Blanca. El equipo tuvo un antes y un después, porque en el segundo tiempo, con un cambio a priori “defensivo” (Bastía por Guanca), Colón mejoró y liquidó la historia con un 3-0 lapidario. Bastía fue otro de los hombres que se erigieron en figura, más allá de la levantada que experimentó todo el equipo en esa parte complementaria. Y gracias a esa actuación, el Polaco se mete en la formación que recibirá este viernes por la noche a Lanús.
Alexander Domínguez; Toledo, Conti, Ortiz, Escobar; Bernardi, Fritzler, Bastía, Chancalay; Ruiz; Correa, serían los elegidos por Eduardo Domínguez. Sin Ledesma, que no concentró porque no se recuperó de la distensión sufrida el día previo al viaje a Bahía Blanca y con la necesidad de continuar con esta senda de buenos resultados que comenzó a tener a partir del momento en que el equipo cosechó su cuarta derrota consecutiva, cuando cayó ante Independiente en el segundo partido de este año.
Marinelli, Clemente Rodríguez, Ceballos (vuelve después de un tiempo sin integrar la lista de concentrados), Jonathan Galván, Estigarribia, Silva, Guanca, Vera y Leguizamón son los que completan el plantel que eligió Domínguez para jugar un partido siempre duro ante un rival que no es el mismo del año pasado —llegó a la final de la Libertadores— pero que tiene buenos jugadores y necesita remontar: Lanús.
El enojo de Domínguez tuvo sus fundamentos. Colón jugó realmente mal el primer tiempo ante Olimpo y de no ser por su arquero ecuatoriano (Alexander Domínguez), seguramente otra podría haber sido la historia en esa parte inicial, lo cuál habría cambiado el curso del partido. Todo esto se lo comenta en el terreno de las hipótesis, porque no ocurrió. Colón consiguió un objetivo que se propone partido a partido y lo concreta —que no le marquen goles— y en el segundo tiempo mejoró la producción y tuvo una gran eficacia ofensiva para redondear una victoria incuestionable.
El 4-2-3-1 para atacar (que se convierte en 4-4-1-1 para defender), fue el sistema que Domínguez pergeñó para jugar ese segundo tiempo. Así, Fritzler tuvo adecuada compañía en Bastía, no quedó solo para la contención en el medio y el equipo fue encontrando atributos ofensivos que se potenciaron a partir de esa contundencia que se convirtió en otro de los elementos para elogiar.
Se ordenó mejor Colón, encontró los espacios que en el primer tiempo faltaron, hubo una buena apertura de cancha con Bernardi y Chancalay (a quiénes se sumaron las subidas de Toledo, sobre todo, y Escobar) y se pudo capitalizar mejor la técnica y capacidad de Alan Ruiz para manejar futbolísticamente al equipo.
Lo mejor de Colón sigue estando del medio hacia atrás. Así lo reconocen todos, empezando por los propios integrantes del sistema defensivo. “Nosotros somos conscientes de que si mantenemos el cero en nuestro arco, una en el otro puede entrar”, dijo Guillermo Ortiz después de la victoria en Bahía Blanca. Y esto se ha conseguido a partir de un andamiaje defensivo que siempre tuvo en Alexander Domínguez, los dos centrales (Conti y Ortiz), más Fritzler, a sus principales intérpretes, ahora con la inestimable colaboración del interminable Adrián Bastía.
Colón buscará este viernes acentuar esos pocos pasajes de buen fútbol que el equipo ha tenido, tratando de encontrar un funcionamiento y un cuidado de la pelota que todavía sigue siendo un déficit y un objetivo. La primera parte del libreto, que es la de defender bien, está cumplida. Ahora falta que se mejore en lo otro, que es lo más difícil de lograr en fútbol pero para lo que Colón tiene materia prima suficiente como para intentarlo.
Hace casi 40 años le ganaba por primera vez
La primera vez que Lanús y Colón se midieron en la máxima categoría fue en 1966 y la victoria fue del granate, por 1 a 0 y en Buenos Aires.
Para encontrar el primer éxito rojinegro, hay que remontarse al Nacional de 1968, cuando Colón construyó una muy buena campaña.
En esa ocasión, Colón se enfrentó con Lanús en Santa Fe y le ganó por 2 a 0 con goles de “Can Can” Ceballo y el inolvidable Armando Mareque.
Ese día, los sabaleros alistaron a Drago; Jáuregui, Lezcano, Sanitá y Mareque; Colman, Tardivo y Orlando Medina; Balbuena, Ceballo y Correa. Por su parte, Lanús lo hizo con Ballesteros; Ostúa, Sabella, Piazza y Carnevale; Cabrero, Garmendia y Vicente; Minitti, Silva y De Mario.