Desde que arrancó el expendio de localidades para ver al final de la Copa Sudamericana, miles de fanáticos hicieron horas de espera que, en muchos casos, terminaron sin nada. Bronca e indignación, que es apaciguada solo por la pasión.

La expectativa por ver a Colón en la histórica final de la Copa Sudamericana no se detiene y cada hora que pasa aumenta. Todo se maximizó cuando se largó el canje de entradas en Santa Fe la semana pasada, que mostró un aluvión de hinchas en pos de asegurar su lugar
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En principio, iban a repartirse aproximadamente 21.000, pero en las últimas horas se dispuso un remanente de poco más de 1.000 –que desde ya volaron– y por eso el número se incrementó. Por tal motivo, la empresa encargada de la entrega de localidades, Eventim (brasileña) extendió las tareas hasta el jueves, en los horarios habituales y en idéntica locación.

Claro, se dieron cuenta que no daban a basto y que no les iba a alcanzar el tiempo. Por si fuera poco, la gente desafiaba los diferentes imponderables con la pasión como bandera. Siempre se dice que el amor por los colores es un motor impulsor y, de no ser por eso, el colapso pudo darse de entrada.

Amén de las lindas historias que se van conociendo en esta vigilia diaria, hay otras cosas que salen a la luz y empañan un poco todo lo que se está viviendo. Más que nada en torno a una coordinación para algunos «obsoleta y arcaica».

«Supuestamente comprabas la entrada por internet y ya estaba, pero no pensábamos que sería así. En Uruguay y Brasil no pasó esto. La verdad una vergüenza. En mi caso, salí de trabajar a las 6 y me vine y llevo 12 horas de espera. Tengo que entrar a las 22 otra vez sin descansar. Hay gente que incluso pidió un día libre de trabajo y se quedó sin número. Así no es», confesó a UNO Santa Fe, Leandro, un socio de hace varios años.

que parecía espantar a los fanáticos que, desde las 19, comenzaron a hacer una nueva fila, sin embargo, no fue así y se le pusieron el pecho. Pero nuevamente cuando fue la apertura del portón, la espera se volvió tediosa y en muchos casos, llevó al hartazgo a más de uno.

Se extendió hasta el jueves el canje de entradas para los hinchas de Colón
El club dio a conocer la noticia a través de las redes sociales a raíz de la cantidad de fanáticos que no pudieron completar el trámite.

Lo positivo del caso es que no hubo disturbios ni altercados que resaltar, en un dato importante si se tiene en cuenta la histeria que muchas veces sobresale en el folclore de este deporte. Pero lejos de quedar ahí, más cosas se van conociendo, sobre todo del sábado pasado, donde hubo gente que aprovechó que no le tocó laburar para anclarse temprano y esperar su lugar.

La cola llegaba hasta cerca del puente cercano a Cilsa a las 8, en un síntoma de la onda expansiva. Sin embargo, otra vez el freno por la cantidad que desbordó las rotativas. Los 1.500 números que se daban por día no eran suficientes y eso generó malestar. Desde el ciudad del interior en algunos casos «se comieron» ocho horas de aguante para volverse si nada. Y otra vez a remar de nuevo.

También estaban aquellos que le pagaron a un «asistente» para que le haga la fila y, cuando estaba disponible, asistir para completar el trámite. Al fin y al cabo, no todo era color de rosa. También se dio algo lógico, el tradicional relevo: se fueron turnando para cuidar su lugar.

En tiempos donde la tecnología avanzó a pasos agigantados, donde muchas cosas se concretan por celular, estar al tanto de estos métodos lentos y fuera de contexto generan dudas. Mucho más si se tiene en cuenta con habrá 30.000 almas el próximo 9 de noviembre en la Nueva Olla de Asunción para ver la definición ante Independiente del Valle de Ecuador.

Esas son algunas de las cosas que invaden a los fanáticos, que por Colón no razonan, sino que se apasiona y cuando se está ante la oportunidad de sus vidas, no les importa nada. Van en busca de su sueño. El sacrificio siempre fue un gen en la vida del Sabalero y da la sensación que, pese al paso del tiempo, si no es así no vale.

Fuente: unosantafe.com.ar