Aun cuando la pandemia del coronavirus se erigió en obstáculo muy difícil, que modificó los planes originarios, las autoridades de la Asociación del Fútbol Argentino y las de la Liga Profesional pergeñaron cosas como para que se les recuerde por largo tiempo.
Por Adolfo Morales
Clasificaciones anticipadas a Copas Internacionales, supresión de descensos a dos años y confecciones de certámenes poco entendibles, aun para sus protagonistas, son los ingredientes de un menú cada vez menos fiable que los dirigentes del fútbol argentino eligieron para la temporada 2020.
Aun cuando la pandemia del coronavirus se erigió en obstáculo muy difícil, que modificó los planes originarios, las autoridades de la Asociación del Fútbol Argentino y las de la Liga Profesional (independientemente de que el segundo organismo esté subordinado al primero) pergeñaron cosas como para que se les recuerde por largo tiempo.
El histórico empate 38-38 para elegir presidente de AFA cuando había 75 asambleístas (diciembre 2015) obró –tal vez- como antecedente de esta serie de desatinadas determinaciones, que se tomaron en la era post Julio Grondona.
En abril pasado, cuando el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) marcaba el pulso, no solo en la región Metropolitana sino en todo el país, la AFA asumió una postura contundente: «cancelación de la temporada», que derivó en clasificación adelantada a las Copas Internacionales 2021 y en la supresión de los descensos por dos temporadas, con el argumento de la fragilidad económica que generaba en los clubes la pandemia.
La Copa de la Superliga que se inició en marzo y contuvo solamente una fecha se convirtió en un amargo recuerdo. Y algunos equipos, como River Plate, Atlético Tucumán, Defensa y Justicia y Estudiantes de La Plata, ni siquiera llegaron a debutar. Ellos están a la espera de que el Tribunal de Disciplina emita esos demorados fallos.
Unos días más tarde, en una asamblea virtual efectuada por la plataforma Zoom, Claudio «Chiqui» Tapia fue confirmado como presidente del máximo organismo futbolístico en el medio local hasta 2025. No había necesidad en tanto apuro pero…
Casi en simultáneo se declaró la erradicación de la Superliga Argentina de fútbol (SAF) y la creación de la Liga Profesional, que está bajo las riendas de la AFA. Marcelo Tinelli, actual presidente de San Lorenzo, fue designado como el titular del flamante estamento, que comprende seis vices y cargos rotativos.
El mentado «fair play» financiero para instituciones que había advertido que aplicaría la SAF, con regímenes de premios y castigos, quedó en un rosario de buenas intenciones.
De hecho, una circular del Banco Central de la República Argentina (BCRA) hizo público en septiembre pasado que, al menos entre tres clubes de Primera División, hay deudas por más de 1.600 millones de pesos.
Los torneos interrumpidos en marzo pasado nunca se reanudaron (más allá de que un partido pendiente de la Primera B Metropolitana entre Acassuso y Argentino de Quilmes se completó para fijar posiciones) y los dirigentes se vieron en la obligación de «dirimir los ascensos dentro del campo de juego».
Y esa frase terminó condenándolos para diseñar certámenes inentendibles no solo para el aficionado futbolero sino para los propios protagonistas.
En el medio, San Martín de Tucumán, que iba primero en la zona B de la Primera Nacional al momento de la interrupción del campeonato, creyó conveniente judicializar el reclamo y recurrió al Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), en su intención de ascender a Primera. La guerra entre la AFA y el club tucumano quedó declarada.
El formato a utilizar para reanudar la actividad y decidir los ascensos propició la «rosca», el «muñequeo» o la estrategia de adelantar bocetos con «voceros amigos» para que estos sirvan de catalizadores respecto de las eventuales medidas a tomar.
Cuando el sentido común, tal vez, aconsejaba terminar los torneos paralizados (con 8, 9 o 10 fechas pendientes, según los casos) las autoridades prefirieron idear otras modalidades para continuar la temporada.
Apenas unos meses atrás, Luis Scola cuestionó, en una nota concedida al programa ‘Reloj de 24’ (AM530), la capacidad de la actual dirigencia del básquetbol argentino, responsabilizándola de «confeccionar torneos poco atractivos».
Pero enseguida, el capitán del seleccionado albiceleste hizo un análisis más profundo y resaltó que «en realidad, toda la dirigencia deportiva en la Argentina atrasa, por lo menos, 40 años».
«En infraestructura, por ejemplo, hoy los estadios en los que comencé a jugar están iguales que hace 25 años», dijo. La sentencia del histórico goleador del seleccionado tiene correspondencia natural con lo que ocurre en el fútbol, también.