Nacido en Armstrong, departamento de Belgrano, Santa Fe, en un poblado que debe su nombre a un irlandés pionero del desarrollo ferroviario, este atleta devino héroe del deporte argentino cuando ganó la maratón Olímpica de los Juegos Olímpicos de 1948.
Armstrong fue declarada ciudad el 4 de diciembre de 1984, tres años y tres meses después de que su hijo pródigo, el gran Delfo, había pasado al otro lado de las cosas en Alberti, provincia de Buenos Aires.
Delfo Cabrera fue el cuarto de seis hijos de Claro Cabrera y Juana Gómez.
El deporte le llegó por añadidura: a cargo de este y el otro trabajo pesado que demandaba toda la ardua jornada, volvía a su casa al trote, o en franca carrera. Así se moldearon la fortaleza de sus piernas y sobremanera su resistencia a los largos recorridos.
Inspirado en la proeza de Juan Carlos Zabala («El Ñandú Criollo», medalla dorada en los Juegos de Los Ángeles de 1932), se acercó al club San Lorenzo de Almagro, donde se puso a las órdenes del celebérrimo profesor Francisco Mura.
Salió del servicio militar, se casó con Rosa Lento, tuvo tres hijos (Hilda, Delfo Jr y María Eva, ahijada de Evita), fue bombero de la policía federal, medalla de honor por ese menester, curso educación física y en 1948 integró la delegación argentina que intervino en los Juegos Olímpicos de Londres.
Para poder competir en la capital inglesa fue menester que le hicieran zapatillas a medida, una perfecta obra de logística a cargo de Ramón, un prestigiado zapatero del Parque Chacabuco.
Musculoso y de baja estatura, Cabrera había recibido la sugerencia de que no compitiera en Londres, puesto que sufría de un soplo al corazón, pero ni por asomo se le ocurrió contemplar declinar intervenir con sus compatriotas (Eusebio Guiñez y Armando Sensini) en la célebre prueba iniciada a las 15.30 del 7 de agosto de 1948.
Tras un primer tramo liderado por un competidor coreano que se agotó más temprano que tarde, parecía que la gloria quedaría en mano del belga Etienne Gailly pero no bien entrados al estadio de Wembley, Delfo lo superó con holgura, resistió la firme arremetida del británico Thomas Richards y cruzó la meta victorioso.
Cabrera estableció una marca final de 2:34:51, seguido por Richards con 2:35:07 y Gailly con 2:35:33.
Los otros dos argentinos cumplieron una tarea meritoria: Guiñez quinto con 2:36:36 y Sensini octavo con 2:39:30.
En tributo a su epopeya de Londres 48, Cabrera fue premiado con el Diploma al Mérito por la Fundación Konex y la Villa Olímpica de la Juventud de Buenos Aires lleva su nombre.
El gran Delfo falleció a los 62 años, el 2 de agosto de 1981 a consecuencia de un accidente de tránsito sufrido en el kilómetro 187 en la Ruta Nacional 5, en las cercanías de Alberti, donde residía.