Cuando faltan exactamente dos años para la inauguración de los Juegos Olímpicos de Tokio, los organizadores parecen por fin tener dominada la situación tras un inicio calamitoso, pero la ola de calor veraniega podría arruinar la fiesta.
Con unas condiciones atmosféricas insostenibles -entre 35 y 40 grados a la sombra y una humedad por encima del 80%- tendrá lugar este martes «la ceremonia de cuenta atrás» de los Juegos, que empezarán el 24 de julio de 2020.
Y ante esta ola de calor que ha dejado 80 muertos en el archipiélago desde inicios de julio, mientras que más de 35.000 personas han sido hospitalizadas, muchos se preguntan: ¿Resulta razonable organizar los juegos en esta época del año?
En 1964, los JJ.OO. de Tokio se celebraron en octubre, pero el Comité Olímpico Internacional (COI) impuso esta vez que se desarrollarán en julio/agosto.
Para las autoridades locales y para los organizadores, esta cuestión es, por lo tanto, una prioridad.
«Las medidas que tomaremos contra el calor van a ser uno de los pilares del éxito de los JJ.OO. de Tokio», informó este lunes el gobernador de la capital, Yuriko Koike, quien compara el verano japonés con la «vida en una sauna». «No se puede poner a la misma altura el calor con el terrorismo», pero su prevención «también es importante dado que el objetivo es proteger vidas humanas», insistió.
– ¿Caos en el metro? –
El maratón suscita especial preocupación hasta el punto que algunos reclaman desplazar el recorrido a la isla septentrional de Hokkaido.
Los organizadores, sin embargo, quieren transmitir tranquilidad y ofrecen soluciones. Se recubrirá el recorrido con un asfalto especial que absorbe el calor del sol, y se establecerán pulverizadores móviles, con el objetivo de prevenir insolaciones y golpes de calor entre los atletas y los espectadores.
Además, varias pruebas han sido desplazadas a horarios muy matinales.
Pero el calor no es la única amenaza que planea sobre Tokio 2020. Los transportes también son un problema muy «importante», reconoció recientemente Yoshiro Mori, presidente de Tokio 2020.
El metro de Tokio, lleno habitualmente en las horas puntas, corre el riesgo de quedar paralizado por la afluencia de visitantes. Para evitar el escenario catastrófico de empujones mortales, los empleados serán incentivados para que opten por el teletrabajo, un método todavía poco practicado.
Los escándalos que habían sacudido el inicio de los preparativos de estos juegos con un presupuesto de 1.350 millones de yenes (10.300 millones de euros actualmente) parecen, por contra, olvidados.
A finales de 2015, el coste del futuro estadio olímpico (cerca de dos mil millones de euros) había provocado la indignación de la opinión pública y llevó al primer ministro, Shinzo Abe, a abandonar el proyecto inicial, aumentando el temor a los retrasos.
Esta preocupación se ha diluido y el nuevo recinto ya está construido al 40% y diseñado para afrontar un verano tórrido, con ventiladores, salas climatizadas y una arquitectura que favorece la circulación del viento.
La construcción de otras sedes también avanza en la buena dirección. Una de ellas incluso está terminada y ha acogido varios eventos deportivos.
Respecto a la comunicación, los organizadores, que tuvieron que cambiar el logo después de recibir acusaciones de plagio, no han cometido el mismo error con las mascotas. Los escolares japoneses, llamados a votar, se han encargado de escoger a dos personajes entrañables, «Miraitowa» y «Someity», aunque sus nombres pueden generar alguna duda.
El recorrido de la antorcha olímpica también ha sido desvelado. Partirá desde Fukushima hacia los juegos «de la resiliencia y de la recuperación», según Masayoshi Yoshino, ministro de la Reconstrucción, siete años después del terrible tsunami y la catástrofe nuclear de marzo de 2011.
Falta todavía reclutar más de 100.000 voluntarios. Los organizadores han advertido que deben estar «emocional y mentalmente preparados» para una dura labor.
Cuanto más se aproxima la cita, la excitación aumenta entre los atletas japoneses. «Hay un enorme trabajo por hacer en los dos próximos años, pero ya tengo la piel de gallina», revela el nadador Daiya Seto, medalla de bronce en Rio.
«Tengo una oportunidad increíble de participar en los juegos en Japón, tengo la intención de aprovechar esta ocasión», añade, marcándose como objetivo el oro. Una victoria «tendría aún más valor en Tokio».
Un entusiasmo similar muestra la campeona del mundo de escalada, Akiyo Noguchi. «Seguro que la presión para los deportistas japoneses será fuerte, pero no se presentan muchas situaciones como esta en la vida, quiero sacarle el máximo partido».