El número de partidos adversos fuera de casa ya alcanzó una cifra maldita: 13. Sí, de no creer, terrorífica.

No alcanza. Parece mentira, pero nada es suficiente para romper con una racha que preocupa, asusta y amenaza con transformarse en infinita. Newell’s sigue sin ganar afuera del Coloso. Y el número de partidos adversos ya alcanzó una cifra maldita: 13. Sí, de no creer, terrorífica, ni Stephen King se hubiera animado a tanto.

No alcanza con tener otra actitud. Ni con estar despierto desde el inicio. Y tampoco con ser dominante. Nada es suficiente, la adversidad está marcada de antemano, como una profecía interminable.

No alcanza con jugar con el peor Estudiantes de la historia. Ni que Amoroso gane toda la noche con su velocidad. Mucho menos si después falla debajo del arco para imperdible al equipo al menos sumar un punto.

No alcanza con la seguridad de Aguerre, ni con algunos ratos de inspiración de Formica. Y de poco sirve tener más chances que el rival si después Bernardello se equivoca en un pase (otra vez) y Rivero se hace echar por una falta totalmente innecesaria.

No hay caso. Nada alcanza. Y cada error se paga a dólar blue. Salió lejos Bíttolo, Fertoli no cubrió el espacio, Pavone ganó por primera vez en la noche y la pelota fue al fondo de la red. Un mazazo para destruir el ánimo de cualquiera, ni hablar de este Newell’s, endeble en cuerpo y alma.

No alcanza. Y aparece el enojo. De Felippe empieza a ver que algo raro pasa. Tal vez eso le haga perder perspectiva y no vea las fallas, pero tiene algo de razón.

Este partido se debió jugar hace un mes y alguien lo suspendió por confiar en el servicio meteorológico y no se puso colorado en decirlo. Hasta se lo creyó. Y Echevarría ayer debió expulsar a Erquiaga por una patada criminal a Amoroso y ni siquiera lo mandó al rincón; y el Clásico debía jugarse el 14, pero ya se sabe que no fue así.

Y a Newell’s, Superliga estaba obligada a adelantarle el partido con Argentinos, pero no lo hizo, aunque sí lo hizo con otros tres cotejos. Y sospechar no está mal: es casi una obligación.

No alcanza. No hay vuelta que darle. Newell’s hace mucho para que la racha negra se extienda, pero esto ya pasa más por la cabeza que por los pies. Y en esa cabeza, confundida, aturdida, llena de dudas, ahora sólo hay un pensamiento: el Clásico. El juicio final está cerca. Sólo falta conocer el desenlace de la historia. Por ahora es de terror.