De cara al partido de mañana ante Unión por la Copa Argentina, el gran objetivo del semestre, el equipo de Gallardo necesita consolidar un estilo.

n apenas siete fechas disputadas, el camino a recorrer en el presente torneo es demasiado largo. Los cinco puntos que lo separan de Estudiantes, el único líder, no son para preocuparse en exceso ni abrir climas fatalistas. Sin embargo, la señal de alerta en River debe posarse sobre el intermitente rendimiento futbolístico que viene mostrando en los últimos partidos. Lejos de las buenas producciones que tuvo ante Banfield y Vélez, el equipo de Núñez mermó notablemente su presente (derrota 2-1 ante Patronato, en Paraná, y triunfo 1-0 ante Atlético Rafaela, en el Monumental) y abrió un manto de dudas de cara al exigente futuro que asoma.

Con la mente puesta en el trascendental partido de este jueves, ante Unión de Santa Fe, por los cuartos de final de la Copa Argentina,Marcelo Gallardo es consciente de la urgencia que tiene para recuperar la mejor versión de River si no quiere quedarse sin competencias internacionales durante el 2017. «Es un torneo que decididamente queremos ganar. Es nuestra prioridad para el semestre. No nos podemos permitir algunos errores que cometemos en los partidos del torneo si queremos seguir apuntando a la próxima Copa Libertadores», repitió el DT esta semana, dejando en evidencia lo que significa realmente la copa para el futuro de River. La misión no es nada fácil porque el mismo interés tienen Boca, Rosario Central o el mismo Unión.

La idea que Gallardo intenta cristalizar en cancha este semestre con el esquema 4-2-2-2 es estéticamente atractiva y futbolísticamente ambiciosa. Pero muestra algunos desajustes colectivos que permanentemente ponen en riesgo su producción. Muchas veces se excede en vértigo y en otras abusa de la paciencia. Esa falta de equilibrio entre la aceleración y la pausa suele darle vida a sus rivales, que haciendo muy poco logran complicarlo. Le pasó contra San Martin de San Juan, Defensa y Justicia, Patronato y Atlético Rafaela, al que venció con un flojísimo nivel. «En algún momento nos va a tocar jugar partidos feos como nos pasó el último sábado. Pero no porque nosotros querramos jugar así, eh, sino porque los rivales nos van a proponer ese tipo de partidos. Y como nosotros no somos el Barcelona, que tiene jugadores extraordinarios y muy lucidos técnicamente, tenemos que estar preparados para jugar esos encuentros», expresó Gallardo.

River debe aprender a imponerles condiciones a sus adversarios y no quedar a expensas de los que ellos le proponen. No debe traicionar sus convicciones ante el primer obstáculo que le presentan. Tampoco fiarse de la pasividad temporaria que le pueden brindar. La displicencia agranda a los rivales y el precio a pagar puede ser alto. Mañana, ante Unión de Santa Fe, está obligado a subir el nivel colectivo y a jugar 90 minutos con la menor cantidad de distracciones posibles. De lo contrario, perderá la única chance que le queda para entrar a la copa Libertadores 2017.

«No hemos cambiado la idea de jugar más allá de la competencia que nos tocó. No la hemos cambiado ni vamos a cambiar la forma de interpretar los partidos. No podemos dejar de insistir en lo que creemos que nos hace sentir mejor, que es encontrarnos con la pelota y jugarla bien. Si no nos sale, hay que prepararse para la disputa», advirtió Marcelo Gallardo, quien fue tajante cuando le consultaron sobre la posibilidad de modificar el esquema cuando no está Nacho Fernández, que se recupera de una contractura lumbar. Sin él en cancha las intermitencias en el rendimiento del equipo se hacen aún más evidentes, ya que es el generador de juego y uno de los máximos pasadores del fútbol argentino. En caso de no poder jugar lo reemplazaría Iván Rossi, quien posee características diferentes a Nacho pero se destaca por la marca y la buena distribución de la pelota.

Ante el desafío urgente de recuperar la estabilidad futbolística, River está obligado ante Unión a mostrar su mejor versión, la de equipo sólido en el fondo, equilibrado en el medio y contundente en ataque. De lo contrario, aumentarán las dudas y los murmullos de los hinchas.