El líder de los Patriots en la remontada histórica ante Atlanta Falcons tiene una vieja y estrecha relación con el flamante presidente de los Estados Unidos.
om Brady es una leyenda del fútbol americano, uno de esos jugadores que los fanáticos del deporte más popular de los Estados Unidos recordarán por años. Y ayer lo volvió a demostrar nada menos que en el Super Bowl. El Quarterback de los Patriots fue el abanderado deportivo en la remontada histórica sobre Atlanta Falcons, en la que su equipo se impuso 34-28 después de ir perdiendo 3-28. Así, él no sólo se llevó todos los elogios, sino también su quinto título en la NFL. Pero hay una particularidad más que identifica a esta estrella del deporte y que no parece poca cosa en un país que parece resistirse a sus nuevas autoridades: es íntimo amigo de Donald Trump, el flamante presidente norteamericano.
«¿Por qué consideran mi relación con Donald algo tan importante?»
Tom Brady
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Hace 15 años que el deportista y el empresario devenido en político mantienen una estrecha amistad. Se conocieron en 2002, poco después de que Brady conquistara su primer Super Bowl. Por su reciente estrellato, Trump lo convocó para que participara como jurado del concurso de belleza que proclamaría a la nueva Miss Estados Unidos. Inmediatamente, comenzaron a ser buenos compañeros en el campo de juego Trump National Golf Club, un deporte que ambos eligieron para descargar tensiones. Charlas, consejos, bromas. La relación se fue afianzando con el paso de los años.
Luego de que el multimillonario empresario presentara su precandidatura para las elecciones presidenciales, Brady se mostró en público con una gorra que llevaba impresa el lema de campaña: «Make America Great Again». Y no dudó: «Apoyo a mis amigos y lo que ha conseguido Donald en su vida es notable. Ha sido un gran hombre de negocios, una estrella de la televisión y ahora quiere destacar en política. Eso es triunfar en tres mundos muy distintos, es algo a tener en cuenta».
Sin embargo, a medida que fue avanzando Trump en su campaña, Brady comenzó a alejarse de la escena política. Incluso, jamás pronunció en público a quién iba a votar, como sí lo hicieron otras figuras del deporte como LeBron James y Stephen Curry, que se manifestaron a favor de Hilary Clinton, la otra candidata. Es más: llegó a irse de conferencias de prensa para no responder sobre el por entonces candidato republicano.
En las horas previas al Super Bowl, en la clásica atención a los medios, un periodista le pidió su opinión sobre las recientes medidas migratorias de Trump, que prohibió el ingreso a los Estados Unidos de ciudadanos de siete países, la mayoría musulmanes. «¿Por qué consideran mi relación con Donald algo tan importante?», respondió el deportista, visiblemente molesto. Y sentenció: «No voy a hablar de política, no pienso hacerlo, en absoluto». Él quería hablar de historia, esa en la que ya dejó marcada su nombre.