Después de trascender sus pedidos por referís y sanciones, Angelici, el presidente de Boca, no se arrepintió y advirtió que es parte de la idiosincrasia del sistema para defender el interés de un club; por qué nadie es inocente.

Arrepentirse cuando se comete un error o un exceso. Cumplir una pena, si así lo dictamina la Justicia. Renunciar, si la ética se contrapone con lo establecido. Procesos lógicos en cualquier país normal. Lo que ocurre en el fútbol argentino hace rato que dejó de sorprender, aunque ahora quedan al desnudo también lo que en otros tiempos fueron sospechas o verdades ocultas. Este caso, el del escritorio del fútbol, es parte de eso que nos recorre todo el tiempo. Más allá de no saberse quién y por qué expone en un medio masivo una conversación privada -una situación grave, que lesiona las instituciones, que también juega en la política-, Daniel Angelici , el presidente de Boca, tuvo una oportunidad dorada ayer, al mediodía, mientras presentaba un par de refuerzos. Acongojado por sus advertencias, sacudido por su peligroso juego de poder, pudo arrepentirse. Mostrarse humano. Hizo, el dirigente xeneize, todo lo contrario: redobló la apuesta. En el barro, se ensució aun más con una explicación de bajo fondo. No es un único culpable del estado de las cosas: no hay inocentes en la crisis más larga de nuestro fútbol. Pero ni siquiera tuvo el gesto de la disculpa. Es, tal vez, como todos los demás. Pero con una diferencia: representa al club más popular y es íntimo amigo del presidente de la Nación, Mauricio Macri. Su exceso suele ser escuchado con más atención que las bravuconadas de otros. Y sin embargo, él desafía al sistema. Su propio sistema.

Angelici se defendió de las escuchas que se hicieron públicas con una advertencia para que el árbitro Germán Delfino «se equivoque lo menos posible» en la antesala de un partido ante Vélez, por un lugar en la Copa Libertadores. Sitio que, en un principio, pertenecía a la entidad de Liniers.

«No me arrepiento de defender los intereses del club y lo volvería a hacer si me siento perjudicado», sorprendió Angelici en la conferencia que brindó en la sala de prensa de Boca para presentar a los refuerzos Oscar «Junior» Benítez y Agustín Rossi. Lo decía sobre su diálogo con Luis Segura, presidente de la AFA en ese momento. Hay otro, con Fernando Mitjans, del tribunal de disciplina, hoy al borde de la salida por lógicas presiones externas. esde Suiza, un portavoz de la entidad confirmó a la nacion que la asociación «monitorea la situación», aunque por el momento no harán más comentarios sobre el tema. De acuerdo con los reglamentos internos, el tribunal de Ética de FIFA está facultado para intervenir cuando lo considere necesario. Puede ser a raíz de una denuncia anónima o un artículo periodístico, como este caso. Por la noche hubo un rumor: iba a presentar Angelici un pedido de licencia y viajar a Estados Unidos. Más tarde fue desmentido.

Detrás de las incorporaciones, el presidente xeneize señaló que en su rol defiende «los intereses del club»; que por esa razón fue elegido por los socios y que su acción está «en la habitualidad de nuestro fútbol».

El ahora famoso partido se jugó el 28 de enero de 2015. El equipo auriazul ganó por 1 a 0, con un tanto de Nicolás Colazo. «Boca, antes del partido con Vélez, estaba siendo perjudicado por los árbitros. Contra River tuvimos un penal en contra por una mano de Gago que no fue. Y estuvo también la patada de Vangioni que lesionó al Burrito Martínez, con arbitraje de Trucco. Por eso, no quiero que me favorezcan, pero tampoco que me perjudiquen», ensayó una respuesta Angelici.

Admitió que «no corresponde» que el titular de un club efectúe un llamado telefónico para transmitir ese mensaje, pero… No estaba «dolido» por el hecho, pero sí «preocupado» por el espionaje. «No es casual que estas escuchas salgan en este momento, cuando se juegan tantos intereses en el fútbol argentino», advirtió el dirigente, en alusión al conflicto de la AFA por los derechos de televisación. Es una respuesta tácita a grupos de poder que quedaron a un costado en el negocio.

«Tienen más de dos años [las converaciones]. Estaban en el juzgado de instrucción del doctor [Manuel] De Campos, en una causa en que se investigaba la relación de los dirigentes de Boca con los barrabravas», precisó. El presidente en ningún momento pisó el freno. «Si veo arbitrajes que nos están perjudicando volvería a llamar, para que se baje un mensaje claro. Hay mucho trabajo y prestigio atrás [como] para que un error te deje afuera. Cuando vos marcás esos errores, se pueden llegar a corregir», puntualizó. No es un caso único, claro. Raúl Gámez, en teoría el actor perjudicado en esta historia, enemigo público, además, de Mauricio Macri, deslizó, al pasar: «Yo también llamé a la AFA para pedir cosas… Está muy mal».

El veterano dirigente cuestionó vehemente Angelici. «Me pone muy mal revivir la historia ésa que nos sacaron del campeonato [la Libertadores] estas basuras con poder, este Angelici…», descargó. «Boca te hace jugar un partido, te elige hasta el árbitro, y después pide que el árbitro ‘sea bueno’ y no se equivoque», insistió Gámez, en varios medios.

El problema, en realidad, no es Angelici ni Boca. Todos son cómplices del sistema perverso.