La derrota en la primera ronda ante Italia y ciertas señales del torneo que conquistó ayer el ucraniano Dolgopolov abren incógnitas en cuanto a desarrollo y profesionalización de cara a la permanencia en Copa Davis.
El público argentino responde a la tradición del deporte, las incógnitas aún rodean al futuro del tenis argentino
El público argentino responde a la tradición del deporte, las incógnitas aún rodean al futuro del tenis argentino. Foto: Gustavo Garello/JamMedia
Mañana es el día: Juan Martín Del Potro regresa al circuito en situación absolutamente normal. Por fin pudo hacer una pretemporada adecuada y está física y tenísticamente preparado para las exigencias de
todo un año viajando por el mundo. El tenis argentino debería ser una fiesta, pero no termina de serlo. Hay señales preocupantes para un deporte que es desde hace décadas uno de los más populares del país.
La Copa Davis fue una, cómo no. ¿Por qué la federación de un país que soñó y soñó con ganarla se olvida de tratarla con cariño precisamente cuando llega el momento del festejo? Perder ante Italia no fue una contingencia, fue la consecuencia de una serie de errores. El Argentina Open es otra señal: el torneo está muy bien considerado a nivel mundial, pero tiene un techo de cristal que no parece poder romper. En febrero de 2002, ultimísimo sótano de la crisis económica más profunda de la que tenga memoria la Argentina, 35.569 personas visitaron el certamen en el Buenos Aires Lawn Tennis Club (BALTC). Ayer, una vez consagrado el ucraniano Alexander Dolgopolov como campeón, la cifra llamó la atención: 34.171 espectadores. El clima no contribuyó, es cierto, pero es la más baja desde que el torneo comenzó a jugarse en 2001.
¿Quiere esto decir que Buenos Aires está cerca de quedarse sin la única semana de tenis de primer nivel que hay en el país? No, la idea no pasa por la cabeza del puertorriqueño Miguel Nido, dueño del torneo y su director ejecutivo desde el primer día. «Para nada, yo quiero tener este torneo en Buenos Aires hasta que me muera», aseguró durante una entrevista con LA NACION.
Nido es la continuidad generacional de Butch Buchholz, el empresario del deporte -ex tenista, además- que en la segunda mitad de los ’90 impulsó la Copa Ericsson -una exitosa serie de challengers en países de América Latina, entre ellos la Argentina- y soñó como nadie se atrevió a hacerlo en el país: Buchholz quería que el torneo de Miami, por entonces conocido como Key Biscayne, tuviera un hermano gemelo en Buenos Aires. Si el quinto Grand Slam tenía sede en la Florida, el sexto bien podría tenerla en Nordelta. La ATP no tiene hoy en venta ninguna fecha de Masters 1000, la última oportunidad se escapó en 2006. «Buchholz le vendió Miami a IMG, pero si hubiera aparecido un comprador argentino habría podido llevárselo. No era tanto dinero, IMG se quedó con Miami por 50 millones de dólares. Hoy cuesta el doble», explicó Nido.
¿Es un delirio pensar en un Masters 1000 en la Argentina? Si es por la economía del país, probablemente. Si es por la historia de su tenis, no. El argentino al que le gusta el tenis -y no son pocos- tiene el paladar más refinado de América Latina. Conoce el deporte, ha visto mucho -la TV argentina muestra más tenis que ninguna otra en el mundo- y no se conforma con cualquier partido. ¿Es uno muy bueno el Dolgopolov-Kei Nishikori? Sí, lo es, pero también podría ser la primera ronda de un Grand Slam, uno más en medio de una oferta superior. Lo mismo sucedería en un Masters 1000, probablemente no sería la final.
El sueño de un gran torneo es, no hay dudas, inviable en el contexto actual de un tenis argentino que tiene problemas mucho más básicos por solucionar. Como puertorriqueño residente en Estados Unidos. podría pensarse que Nido toca de oído, que no sabe realmente lo que sucede en ese micromundo que engloba a la Asociación Argentina de Tenis (AAT), el BALTC, el Tenis Club Argentino y tantos y tantos otros escenarios en los que la raqueta es pasión y tradición. Sería un error pensar así. Nido, que trabaja codo con codo con Martín Jaite, es desde hace más de dos décadas un agudo y privilegiado observador de lo que sucede en el tenis argentino, un analista de por qué le pasa lo que le pasa. Y eso incluye a su torneo, claro (ver columna), así como a la Copa Davis. La polémica por lo sucedido en Parque Sarmiento -derrota en la primera ronda ante Italia con un equipo diezmado y agotado, mala organización, enojo de figuras históricas y pocas comodidades para los espectadores- sigue abierta. Marzo está a la vuelta de la esquina y aún no está claro qué hará la AAT con lo que queda del impulso del título en Croacia. Es cierto que el gobierno de la ciudad de Buenos Aires y la propia AAT hablaron para organizar próximamente una noche de festejos con todos los jugadores y capitanes de la historia de la Davis, pero esa intención desnuda dos cosas: la idea llega tarde -Armando Cervone, presidente de la AAT, tuvo la hidalguía de admitirlo recientemente durante una entrevista con LA NACION- y la federación que rige el tenis local es gobiernodependiente. Primero fue con el kirchnerismo en Tecnópolis, ahora es el macrismo con Parque Sarmiento como buque insignia. Y así y todo cerró 2016 con cuatro millones de pesos de déficit. ¿Está la AAT condenada a que el deporte que controla no sea negocio? El reciente movimiento de dar por terminado el contrato con la comercializadora Havas dos años antes de lo previsto tiene su riesgo. Heriberto Raggio, secretario administrativo de la AAT, renunció alegando que el paso es perjudicial, porque se le sigue pagando a Havas mientras ingresa Play Patagonia, la nueva comercializadora. Y en ese complejo entramado surge un dato curioso: aunque suene insólito, la escasa asistencia de público a la reciente Copa Davis con Italia fue beneficiosa para la AAT. El acuerdo de rescisión con Havas contemplaba que, a partir de una determinada cifra de espectadores, se debían abonar 200.000 dólares. «Esa cifra no se alcanzó», confirmó Cervone a LA NACION. El monto a pagar sería un mínimo establecido de 50.000 dólares: se ahorraron 150.000.
Cervone y la plana mayor de la AAT presentaron dos semanas atrás en Parque Sarmiento un plan para aprovechar el impulso de la Davis. El eje pasa por impedir que sólo ese torneo sea el destino del dinero de los patrocinadores. Más allá de que es la federación la que decide qué se hace con el dinero que ingresa -no hay obligación de destinar a la Davis lo que se cobra por ella-, la idea no es mala. Sorprendió, eso sí, que se maltratara precisamente a la Davis, la gran gallina de los huevos de oro de la que se dispone para financiar el desarrollo del tenis en la Argentina.
La sensación generalizada en el mundo del tenis es que, al no estar disponible el Parque Roca, el título de la Copa Davis debió celebrarse en el BALTC, un escenario ideal por historia y por contar con un estadio emblemático y con la capacidad justa para una serie en febrero. Si se jugó en Parque Sarmiento fue porque el gobierno de la ciudad de Buenos Aires puso diez millones de pesos. En su momento, la AAT dijo que el Argentina Open impedía organizar una semana antes la Davis en las instalaciones del BALTC. Nido lo desmiente con rotundidad. «Es facilísimo hacerlo, y ellos se hubieran ahorrado una fortuna de plata. Era beneficioso para la AAT, para el torneo, para el club y para el tenis. Aparte, ya lo hicimos dos veces. en 2005 y 2007, aunque increiblemente la AAT nos decía que no, que nunca se había hecho. Me sorprendió que nadie nos preguntara, podrían haber usado todo, porque yo te cambio la cancha en 24 horas».
Nido tuvo la semana pasada una reunión con Diego Gutiérrez, vicepresidente segundo de la AAT. Ese diálogo podría servir para evitar en el futuro lo que sucedió este año, la incomunicación total entre el ente que rige el tenis argentino y los responsables del torneo más importante del país.
Sin Del Potro -tras el éxtasis en Zagreb, la AAT optó directamente por ni pedirle que jugara-, el tenis argentino pierde entidad, potencia, presencia. Claro, no se puede pretender un Del Potro constantemente, tampoco un Gaudio, un Coria o un Nalbandian combinados, como sucedió años atrás. Pero si Carlos Berlocq no llegaba a semifinales, la asistencia al Argentina Open habría sido aún menor, con la consiguiente merma de interés televisivo y repercusión entre las generaciones más jóvenes, que es de dónde debería salir la próxima estrella.
Daniel Orsanic, nombre grabado a fuego en la historia como capitán del equipo campeón de la Davis, está en Estados Unidos para acompañar a Del Potro como entrenador. Orsanic es, también, director de Desarrollo de la AAT, un puesto clave para el futuro del deporte. Años atrás fue Mercedes Paz la que dijo que el hockey le había ganado la partida al tenis entre las mujeres. Y tenía razón, alcanza con ver el panorama del tenis femenino argentino hoy.
Con Gabriela Sabatini tan pendiente de la Argentina como fuera del país y Guillermo Vilas esperando que la ATP le reconozca retroactivamente su número uno, el peligro sería el de un futuro no lejano en el que haya más recuerdos que esperanzas.